AÑO 18

NUMERO 61629

Humor

Año: 2

Número: 130

El ratón y el agasajo en el día del periodista

el-raton-y-el-agasajo-en-el-dia-del-periodista
HOY: EL AGASAJO.
 
1-Introduzzione
¨¡Señores, la mesa está servida!¨
Con estas palabras mágicas el gran capo de los esperantos daba por inaugurada la gran comilona espectáculo, con dancing incluído, que la Muniblanca ofrece, todos los años, con motivo del día del periodista.
¨ ¡Pueden comenzar a lastrar los manjares que se exhiben en las respectivas mesas!¨ -agregó un flaco que ostentaba el título de jefe de ceremonial mientras se mandaba, sin protocolo, una tarteleta de acelga y salsa golf-
¨La distribución de las mesas en las cuales se acomodan los supuestos periodistas está rigurosamente pensada para evitar encontronazos entre algunos que no se pueden ni ver¨ -Pensó el ratón de Valais, que para la ocasión había elegido un escondite cerca de un caño de calefacción- Claro - se dijo-, pero, hay que entender que tampoco es el caso que un tipo que durante todo el año está llamando a la policía para que te meta en cana, hoy te mastique una pata de pollo en la silla de enfrente...¨
-¡Se me va el apetito, se me va...! ¡Por eso no voy nunca! ¡Por miedo a que me lo sienten a ése en la mesa!. ¡No sé, mirá, no sé lo que hago si me pasa eso, hasta soy capaz de tirarle con una tortilla de acelga soy capaz, me saca de las casillas el coso ese...! -Eso escuchó el ratón que le decía un individuo con la testa teñida de colorado a un pianista morocho con aire mejicano y apelativo francés-.
-Yo que vos le tiraría con el almendrado que es más pegajoso.. -le dijo el pianista chupando un pickle de zanahoria-
 
2-Andante moderato
El agasajo a los periodistas es un clásico en la ciudad de los esperantos. Todos los años, algunas empresas, los empresarios y la misma Muniblanca se esmeran por manifestar a los hombres y mujeres (sobre todo a las mujeres) que ejercen el noble oficio de informar al pueblo; su consideración, su simpatía y (¿Por qué no?) su cariño. Y para eso (y en buena hora) arman una festichola. ¿Cree usted estimado lector que existe algo mejor que una comilona, con bebidas espirituosas, para que en la cual, medio mamados, todos vayan limando sus dolores y sus asperezas?
-¿Tanto tiempo y tanto vino se necesita para limar asperezas? ¿Cuántas asperezas ya se tomaron los de la radio de la calle Laprida si se puede saber...? -preguntó el gran Caponino a media voz a su señora esposa, mientras chupaba una aceituna-
-Generalmente se necesita más vino que tiempo mi amor... -retrucó la dama vaciando un sobre de Uvasal en un vaso de soda-
-En China los periodistas se deshacían en gentilezas unos con otros, se respetaban, se consultaban, se reverenciaban y hasta estudiaban juntos... -continuó el capo del Salado-
-Bueno, querido, acá no estudiarán juntos ni se respetarán tanto, pero que hay algunos que hablan y escriben en Chino no me lo podés negar ¿verdad? -retrucó la primera dama al tiempo que sonreía levantando la copa a un columnista del periódico ¨Extremaunción Uno¨-
 
3-Allegro giocoso
Mientras tanto en una mesa vecina, elegantes caballeros y distinguidas damas, que, sol a sol, se esmeran en el ejercicio del periodismo oral y escrito, habían liquidado todas las baterías gastronómicas que los incansables obreros del servicio municipal les habían alcanzado. De pronto, con el último líquido oscuro que le quedaba en la copa, uno de los comensales se irguió trabajosamente y dijo.
-¡Brindo por el Príncipe Rainiero de las pampas! ¡Por el Harry Potter del arco! ¡Por el Zorro gringo! ¡Por el Llanero solitario de la ciudad de Pedroni! ¡Por el Batman suizo! ¡Por el Homero Simpson de la primera colonia agrícola! ¡Por el Eternauta valesano! ¡Por el ...! (¡SPLASHHH!)
Una albóndiga voló de pronto desde una mesa del fondo, la misma fue a dar en el ojo izquierdo del individuo del cuarto poder que enumeraba curiosas denominaciones del gran capo de los esperantos y obligó al sujeto parlante a suspender bruscamente el brindis.
-¡Qué envidiable puntería! ¡Por un momento, ante tanto elogio, pensé en meter la cabeza en el balde para hielo! - dijo con discreción el gran Caponino a su atenta esposa-
-Son muchachos agradecidos... un poco pesados, pero agradecidos. -sonrió la señora del jefe-
-Hubiera jurado que la albóndiga salió de esta mesa... -Dijo Caponino mirando a sus ocasionales compañeros- Aunque, tanta precisión. La verdad, no me imagino al Senador acertando a tanta distancia...
-No fue el Senador, amado esposo...
-¿Ah no? ¿Y quién entonces...?
-Fui yo. -confesó la primera dama con total desparpajo- No me gustan las albóndigas...
 
4-Finale apassionato
La noche avanzaba con sus matices otoñales. La velada se engalanó después, como todos los años, con la grata camaradería de los asistentes que se esmeraron por estirar la charla de sobremesa. El ratón de Valais sonrió y aprovechando los misteriosos y agradables efectos que los líquidos espirituosos provocaran en los obreros de la comunicación, decidió tomarse el raje. Sin ser visto, nuestro amigo, cruzó la explanada, sin ser visto llegó hasta la calle Pueyrredón y sin ser visto ingresó en su loft que se yergue en la futura avenida del Libertador General San Martín. ¨En el fondo se quieren¨ pensó el atorrante bicho antes de perderse entre las lanas de su secretísimo habitáculo.
 
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