Estaba pensando que cosas son las que nos quedan aun que puedan distinguirnos como independientes, como personas libres. Considerando que vivimos donde vivimos, en el cono sur, debajo de todo, en un país que debe todo, sometido, dependiente, en cesación de pagos, que se yo... lo que todos saben. O sea algo que de paso tenga que ver con lo que nos ocupa y preocupa a los esperancinos, cosas de acá nomás, de acá a la vuelta, cosas que podamos manejar nosotros y no los fantasmas mundiales que llevan y traen las desgracias de la gente de aquí para allá. ¿Que cosas nos quedan que honren nuestra libertad como seres humanos? Y no son muchas, una que se me ocurre es el lenguaje, por ejemplo, el lenguaje es imposible de dominar para los mercantilistas, por su estructura única e indestructible que ningun mercado puede poner en jaque. ¿Hay algo más inconsciente que el lenguaje?. Solidario, democrático, gratuito, que brille en el habla popular, en los chistes de los bares, en los patios de los colegios, entre amigos, en las canciones hermosas, en la mesa familiar, en las charlas de grupos de adolescentes... ¿Hay algo que se resista mas al sometimiento, a la esclavitud, a la dependencia, que el lenguaje?
Bien, muchachos, si achicharramos el lenguaje con expresiones groseras, limitadas, desacertadas, ordinarias, estaremos trabajando para la esclavitud y no para la libertad. Si mal no recuerdo la juventud siempre fue emblema de innovación, de revolución, y sin embargo hoy vemos a los pibes encarar el camino del abismo, imitando gestos decadentes, costumbre de ciudades decadentes. El lenguaje bruto, ordinario y hasta corto, con expresiones que van desde el "curtir" (copiado), "transar" (copiado) o " baja un cambio" (copiado) o cualquier sonido gutural que se haya gestado en las usinas de la ignorancia porteña le hacen el juego al imperio, a los poderes centrales o como se llamen, a los que les resultara mucho mas cómodo manejar a una tropa de ignorantes que se expresen como animales que a personas inteligentes.
Los jóvenes que hacen sus necesidades en las veredas, se emborrachan en las calles y se expresan primitivamente van hacia una nueva forma de esclavitud. No están desafiando a las personas mayores de la ciudad, están dando lastima a las personas de la ciudad.
Esta cultura que habla incansablemente del cuerpo, que somete al pobre cuerpo humano a la clonación, lo reduce constantemente a la dieta, es obligado a operaciones indignas para ocultar una digna ancianidad, proclive a la anorexia, compelido a gimnasios... y finalmente degradado por la pornografía global.
Esta cultura con cuerpo degradado y lenguaje animal no conduce a la libertad, conduce a la degradación, los jóvenes de estos tiempos deben comprender estas dolorosas verdades y abandonar el camino que los lleva a una vida de esclavos.
Por eso y no por otra cosa, esta ciudad ha comenzado a ocuparse de sus jóvenes, en el marco de un país que parece haberlos abandonado.