Con un extraordinario libreto, tal cual es el evangelio de Jesucristo, los cristianos andan somnolientos transitando viejas costumbres y mitos que más que movilizar paralizan. Hoy que la comunidad los necesita como nunca, cuando los antivalores reinan, vemos a muchos andar contando iglesias hasta llegar a siete y confesar y comulgar como un rito rutinario mecánico y sin sentimiento.

Si los marxistas ateos pueden enarbolando la literatura de Marx, de Mao o de Fidel Castro... ¿Cómo es que nosotros con semenjante carta de presentación no somos capaces por ejemplo de luchar por la vida o al menos por la seguridad o tal vez por la educación o por la subsistencia de la familia aunque sea?

Dormidos como estamos, al parecer sin remedio y sin despertador a la vista, es muy posible que el pobre Cristo sea crucificado de nuevo tantas veces como quieran los personeros del aborto, la banalidad y el animalismo crónico.

La guerra que sangra en los diarios y las muertes de jóvenes que nos duelen acá cerca son suficiente motivo para despertar de una vez. La Semana Santa es una época propicia para hacerlo.