En este asunto de la ordenanza que regula la venta de bebidas alcoholicas hay cosas que parecen traídas de los pelos. La primera es que todos los que hablan "parecen" seguir una porfiada intención de "gardeles" ciudadanos. Meyeband habla con la diplomacia y la oratoria del pontífice, dice que no hizo nada, que no hay nada oficial que habla con los documentos en la mano y en definitiva tiene un miedo bárbaro de que los comerciantes perjudicados por la ordenanza de enojen con él (Te aviso Luisito que uno pidió tu renuncia), si tiene miedo de "el que dirán" no sirve de mucho el hombre. La Municipalidad agarró para el lado de los tomates y está haciendo la parodia de una gestapo de pueblo, como si disfrutara apretando a bolichitos de barrio que venden un porrón a las diez y cinco de la noche.

Esto es tan horrible de ver que nadie se come el verso de que es por celo en el cumplimiento del deber o para proteger a la gente o que se yo cuántas huevadas más. Además la Municipalidad en esta tarea piantavotos se mete donde nadie los llamó en la mayoría de los casos y hace el laburo de la cana y del Juez que, de paso, digamos que está borrado, en la retaguardia y con el Código de Faltas de adorno tipo cotillón de cumpleaños de quince.

Digo yo, si ocurre algún daño importante con menores alcoholizados y desgracia adjunta, digamos, con fiambre incluído: ¿De qué se va a disfrazar el Juez? ¿De apache?¿De colombina? ¿De sordo ciego y mudo? Ojo que esto es como una ruleta rusa, todos tenemos que mirar la película. Si vos sos un comerciante y los emborrachás a los que después aparecen en los partes policiales estrellados contra un árbol, te aseguro que no vas a dormir por un rato largo. Todo tiene su medida. Si no se venden bebidas alcoholicas los accidentes disminuyen en un 80%. Hay que elegir entre el costo de una vida y lo que deja de ganancia un porrón.