AÑO 18

NUMERO 61629

Opinión

Año: 1

Número: 82

Esperancinos unidos (Pero no como Frankenstein, plis)

Hagamos una unidad armónica y no algo monstruoso fiero, como Frankenstein.
 
"La ciudad hacia fuera debe ser una unidad armónica y eficaz, con la cabeza bien puesta y los pies en la tierra, caso contrario, la imagen que brindaremos hacia la provincia, la nación o  (¿por qué no?) para el mundo, no pasará de ser la silueta de un monstruo contradictorio y nefasto, como Frankenstein." (Esperancinos, ojo al piojo, que esto no para  reirse.)

Hablamos de la ciudad a cada rato, decimos que todos juntos podremos posicionarnos ante otras ciudades, ante la misma Nación y hasta frente al mundo, ya que hoy no es descabellado pensar en una proyección más amplia. El enunciado, la teoría de este conjunto que debe tirar parejo para crecer, proyectarse y distinguirse no parece complicado, el enunciado no es nada complicado, no por eso se pretende decir que es menos necesario, pero complicado, lo que se dice complicado no es. Pruebas al canto, la cantidad de mapas, crónicas de situación, ideas, charlas, planos, planitos y planes que salen día a día y son un divertimento cotidiano de todos los profesionales que andan por el vecindario  Lo que pasa -dice mi tío el albañil- es que el asunto de la unidad, del  "todos juntos" se hace intrincado cuando se pretende dar el primer paso. ¿Y por qué se complica, si se puede saber...? Y bueno, debe ser porque todo conjunto se integra con entidades, organizaciones, grupos, grupitos y unos cuantos acá en la ciudad pretenden convertir o tratar a las entidades como personas.
-¿Y como es eso?

Exigir que una empresa sufra o experimente en su realidad personal sentimientos de alegría (para dar un ejemplo) es algo esquizofrénico.  El tema a considerar es que muchos esperancinos se meten a espantar a las instituciones como si se tratara de personas.  Y viste como son, ¨esos no porque tal cosa¨,  ¨aquellos tampoco porque tal otra¨,  ¨esta asociación es muy insensible, aquella vecinal no entiende nada, el Concejo es aburrido, el ejecutivo  omnipotente y la iglesia está llena de oro¨. Instituciones como si fueran personas.
-Cualquier día de estos vamos a pretender que los Bancos se arrepientan y vayan a misa ¿vio ...? 

Es cierto que la humanidad unida no es simplemente una abstracción del pensamiento, la unidad representa una cualidad superior del hombre. Pero si por estos pagos nos estamos imponiendo ese ideal de unidad y por demasiado exigentes terminamos por quedarnos sin nada, sería un desperdicio. La ciudad está en un momento inmejorable para encarar su proyección,   voluntad, educación, participación y calidad existen en casi todos sus habitantes y las dificultades que pueden aparecer aparte de simples, no dejan de ser errores de concepto fruto de la ignorancia de algunos y que se corrigen con la simple opción entre la dispersión o la unidad.
 "¿Por qué será que otras ciudades (Rafaela por ejemplo) van hacia fuera con monolítica unidad y  (gracias a esa cualidad) consiguen éxitos significativos que benefician notablemente a los rafaelinos y nosotros no?". ¿Conciencia de pertenencia? ¿Lo humano abarcando lo universal? No, no, tranquilos que no es para tanto, simplemente una asimilación ciudadana con alto grado de individualización frente a la Provincia, La Nación y el Mundo, con raíces tales como la tierra, los orígenes y -sobre todo- la conciencia de un destino común que no es nada del otro mundo y que nosotros también tenemos o en todo caso tendríamos que tener.

Se trata de introducir culturalmente la idea de que somos una unidad de destino. O sea: estamos en el mismo tren, la ciudad es el tren, tenemos un destino común y allí no termina la cosa porque además, resulta que nuestro punto de partida tiene lazos idénticos de raza, religión, sangre, tierra, en fin, y aunque esta afirmación no debe tomarse en forma de concentración sobre uno mismo, de exclusividad o de hostilidad hacia los demás, sirve para evitar perderse en un conjunto que niega las individualidades ¿capiche?.  La personalidad, los pueblos con idea propia y vocación nacional adquieren a través de las realizaciones más elevadas de su cultura una importancia universal. ¿Pedroni? Si. ¿Arnoldo Janssen? Sí.  De eso se trata, por otra parte es la única forma y razón de ser de los pueblos. 

Las instituciones no son personas y no se puede pretender que sientan, sufran o que adquieran cualidades inherentes al ser humano, quienes aspiren a tales expresiones solo entorpecerán cualquier intento de unidad. Nunca nos uniremos tras esos principios. Instituciones como personas hacen una rara mezcla imposible de sostener en el tiempo, así las uniones son frágiles,  son una especie de monstruo que camina con dificultad extrema. Si no resolvemos este dilema terminaremos siendo una especie de Frankenstein lento de entendederas y fiero a la vista. Un injerto, lejano a toda armonía, con la cabeza en los pies y extraño a la gente y sus deseos.

Nuestras instituciones cuando cruzan el arco tienen la obligación ineludible de jugar de compañeros, con matemática armonía, y volver a la ciudad siempre con un pan bajo el brazo,  para eso habrán de abandonar la pelea una vez traspuesta la misma frontera ciudadana, con acuerdo en fines y puntos cardinales comunes, de lo contrario construiremos un monstruo ridículo e ineficaz, un amasijo inarmónico incapaz de lograr aunque sea un pequeño triunfo para la ciudad.
 
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