Todos sin excepción utilizaron los veinte años de gobierno radical en la ciudad para insultar al oficialismo. Como si el asunto de que lo hayan elegido una y otra vez fuera una desgracia y no un mérito. La ciudad y su gente, que nunca han perdido el sentido común, parece que pensaron lo contrario y afirmaron con su voto que aquellos que resultan elegidos unna y otra vez por sus conocidos y  vecinos no ha de ser porque son malos sino por otros motivos. Y esos otros motivos tienen que ver más con la conveniencia de los electores que con otra cosa. En todas partes y en todo lugar ser elegido con insistencia habla más de méritos que de defecciones.

Así y todo, con un triunfo como este en el bolso, creo que la renovación debe iniciarse en el grupo gobernante. Armando una metódica escuela de conducción, abierta a todos los pensamientos y pensando en el futuro de una ciudad que ha acordado de hecho lo que quiere. Este perfil de políticos inclinados a la acción, sean del partido que sean, habrán de continuar con una ciudad que se distingue justamente por eso, por no entregarse a la pálida nacional, por buscar variantes para avanzar en medio de la crisis y por una generosidad creciente en sus dirigentes que aprendieron a competir por los afanes del conjunto.

Sea quien sea el que gobierne mañana. Tenga la camiseta que tenga, seguro tendrá que respetar este acuerdo tácito que -sin duda- han inaugurado los radicales en estos pagos, aprendiendo a abrir el juego y a utilizar todas las piezas propias o ajenas, sin complejos, con tal que sean útiles a la ciudad que avanza. Los resultados se van viendo y los votos le dieron bandera verde. Una gran victoria de una ciudad que madura con su personalidad y sus ganas de proyectarse con trabajo y con ideas.