AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 13

Número: 610



"NO SE VE NADA MADRE"

br-br-no-se-ve-nada-madre
CHARLA EN EL OSCURO: tras un tremendo apagón que afectara a toda la ciudad de Esperanza, ciudad que se encuentra bajo la protección de la alcaldesa Ana María y su delfín Alfonso, la señora y su ladero charlan en la oscuridad mientras la gran dama se apresta a tomar el mando de los equipos de defensa civil para solucionar el problema y volver a la luz. 
 
Alfonso ¿dónde está usted?

Acá señora, detrás suyo.

Cuidado con el florero que me regaló Fascendini.

¿Qué hace usted señora?

Me estoy cambiando para hacerme cargo de la situación.

¿Encuentra algo?

Los bomberos me trajeron un uniforme de combate parecido al que usa la guardia rural Los Pumas.

¿Verde?

¡Sí, Alfonso, verde o que se yo de qué color si no se ve un carajo! No me hable que me distraigo. Ya me puse el chaleco antibalas al revés. ¿Y la bombacha, dónde está la bombacha, usted no vio la bombacha?

¿Qué bombacha? No se ve nada.

La bombacha de combate, es fosforescente y refleja con la luna si ve algo como un bichito de luz, patéelo hacia la ventana. ¡Menos mal que hay luna!
El diálogo entre los dos funcionarios dueños del poder local, era susurrante, tal cual son los diálogos entre interlocutores que hablan con la luz apagada. El Secretario de Gobierno se había vestido totalmente de blanco con la esperanza de que se lo vea con mayor nitidez, la señora Intendenta, en cambio, luchaba por completar su atuendo manoteando como turco en la neblina, los borcegos, la garibaldina, el casco, los correajes y la bombacha verde oliva con bolsillos en las perneras, llenos de caramañolas, cuchillos y cajas de fósforos “Ranchera”.

Tome Alfonso –dijo la señora haciendo sonar una caja de fósforos- prenda uno que no se ve un carajo.

El secretario trató de seguir el sonido de los fósforos agarrando aire primero y el cachete de su jefa después. “¡Qué hace Gómez!” dijo la primera dama encajándole la caja de Ranchera con cierta violencia donde calculaba estaba la su subordinado. “¡Tenga!” gritó.  Alfonso hizo sonar la caja como una maraca y encendió un fósforo. La cara de la Intendenta iluminada por la llama del “ranchera” produjo un estremecimiento en el secretario qué resolló y apagó el fósforo.

¿Qué hace Gómez?

Nada señora –dijo Gómez prendiendo otro fósforo.

La Intendenta se había puesto la gorra al revés y tenía las dos piernas metidas en una sola del pantalón de combate. Cuando se dio cuenta se dio vuelta y ordenó a Alfonso que no mire. Alfonso sopló de inmediato y apagó el fósforo.

¡Qué hace Gómez, prenda de inmediato un fósforo! –Dijo la señora luchando con los pantalones de combate.

La escena es absurda desde todo punto de vista. El lector desprevenido estará pensando “que necesidad existe de que la alcaldesa se disfrace de comandanta de las fuerzas conjuntas integradas por bomberos, policías, inspectores municipales y electricistas de la EPE”. Inquietud que no tiene respuesta, suponemos que siendo la primera vez que la señora debe asumir como comandanta en jefe de las fuerzas de aire, mar y tierra, habiendo uniformados en la mesa, sería, aparentemente, muy necesario que la mandamasa apareciera con uniforme de combate.

Para marcar territorio y plantarse diciendo “acá mando yo” –dijo uno de los asesores un tal Gucho Alvarez.

Oiga, señor Alvarez –preguntó un vecino del barrio Sur que andaba por ahí bombeando un sol de noche- ¿la señora sabe algo de electricidad?

Nada de nada –dijo Alvarez- pero usted sabe que para mandar no hace falta saber electricidad, en realidad no hace falta saber nada de nada.

¡Yo tengo capacidad de mando! –gritó la Intendenta entrando al recinto- ¡Gracias a Dios volvió la luz!

No es la luz, señora, es un sol de noche.

No me contradiga, che. 
 
 
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