¡MEINERS Y GÓMEZ RAJARON A LA GENTE DEL CENTRO!
Ahora los únicos que pueden estacionar gratis son la Intendenta Meiners y su delfín Alfonso Gómez. Espantaron con el sistema “inteligente” a todos los contribuyentes con auto de los alrededores de la plaza. Lo que no consiguieron con los negruchos, tordos y palomas “cagadoras” lo consiguieron con los automovilistas.
Lástima, cuando nos parecía que nos estábamos convirtiendo en una ciudad con “movimiento” de ciudad, vinieron los funcionarios “inteligentes”, expulsaron a todos del centro y volvimos a ser la chacra asfaltada de antaño. Hoy tenemos el mismo “ritmo enloquecedor” que Felicia o Sarmiento. Así vamos camino a Manucho (con perdón de la ironía involuntaria), porque si seguimos corriendo a los estudiantes, a los folcloristas, a los actores y si, además. rompemos el pavimento de la plaza, no se sabe dónde vamos a ir a parar.
Uno no quiere pensar que la señora alcaldesa y su primer ministro no nos quieren nada, pero, si en los únicos lugares en los que andábamos tranquilos, resulta que afilan las uñas para jodernos con elucubraciones rentadas, si cada “obra” que surge la plata sale siempre del mismo lado, si, para colmo, el vecino se entera que la tarifa para estacionar es MÁS ONEROSA que en Buenos Aires, bueno, cómo no pensar que nos toman de boludos.
No estacionando en la zona cercada por Gómez y Meiners, la gente le está mandando un severo mensaje a la Intendenta y su cuadrilla de notables. Los autos han emigrado dos cuadras más allá, como si los contribuyentes con auto o autito hayan resignado territorio, mansamente, pero eso no evita que sobrevuele por la ciudad la sensación de una atropellada autoritaria de la angurria municipal. La gente no estaciona en los lugares donde se cobra porque se resiste a pagar algo que le parece injusto. La panacea anunciada por Gomez es tremendamente impopular. Los automovilistas le deben estar diciendo a la señora y su delfín de todo menos lindos.
Minutos gratis, tolerancia cuando llueve, no pueden disimular el mamarracho, no pueden disimular el cuchillo bajo el poncho, la gula recaudatoria, la bronca generalizada, eso en un año electoral, suena mal en la patota perokirchnerista, donde Elena, Gómez y algún tapado, pretenden asomar la trompa para eyectarse hacia el sillón máximo. Si la siguen “pifiando” y asaltando la billetera de los pobres vecinos, la oportunidad para lustrarse la jeta no va a llegar nunca.