Juventud y vientos de cambio
Se están escuchando algunas expresiones, "slogans" o muletillas entre los postulantes a  distintos cargos de gobierno municipal que me gustaría analizar para ver si se le puede sacar algún provecho al asunto. Tal vez se pueda aprender algo pensando un poco más en detalle las expresiones  que se refieren a todo eso de "dar paso a la juventud" por un lado y a los famosos "vientos de cambio"  (que dicen que se vienen ) por el otro.

Del tópico juvenil hay que decir que el hecho de ser joven no es un valor en sí, en todo caso es una gracia, una suerte y un accidente cronológico, o sea que primero y principal como decía mi tío el carnicero, es necesario poseer algunas virtudes fundamentales y si a esos virtuosismos básicos le agregamos juventud, mejor que mejor, bienvenida sea, pero "ser joven" así nomás, no solo no exige ningún esfuerzo del sujeto que posee el adorno sino que -para colmo- es condición común a otros muchos que andan por ahí y a los cuales ni se les ocurre gobernar a los demás ni cosa por el estilo. Y ojo que está muy lejos de quien escribe estas líneas poner el grito en el cielo contra la juventud,  por el contrario, sabido es que no hay cosa de peor mal gusto que atacar a la juventud por el solo hecho de incontinencia verbal o envidia crónica. Pero no hay que confundir gordura con hinchazón, ¿capiche?.

En cuanto a los vapuleados "vientos de cambio" que dicen algunos que se vienen y que son imparables habrá que tener alguna prevención sobre sus orígenes, ya que siempre es necesario saber desde donde es que dicen que  viene el famoso cambio. Porque si es un viento como proclaman, el mismo puede venir del norte o del sur, de las perfumadas praderas que cobijan la espiga de trigo o de oscuros andurriales con aromas no muy paquetes que digamos y menos que menos innovadores.

Vayamos al grano, este divertimento literario viene a cuento porque no son pocas las declaraciones que se han desparramado por la ciudad en estos días previos a la elección de setiembre, y no es por nada, pero la insistencia en el reemplazo de una opción con experiencia veinteañera, con cintura de avispa, en proceso de apertura y con llegada a todos los sectores exige respeto y mucha más ciencia que la que se esgrime. O sea, para ser claro, no es suficiente el asunto del viento, de la juventud o la sanata de lo nuevo para convencer a los esperancinos, modestamente, creo que la gente no se traga este sapo por más que venga como viene con ingredientes. Los planteos, incluso los que devienen del propio partido oficial deberán ser de otro carácter, los candidatos también, porque la otra juventud, la que se hizo y sufrió en la calle en otras épocas,  ve hoy con bastante inquietud que la militancia de antes a travestido en ciertos aires "juppies",  fanatismos triunfalistas, individualismos con diploma y, eso sí, politicólogos con la solidaridad operada como si fuese el apéndice o las amígdalas.

La política debe ser restaurada en sus méritos esenciales, en eso todos están de acuerdo, las reglas del juego moderno, reglas  emparentadas muchas veces con lo comercial no deben ahogar la mística, la doctrina y la militancia. En la historia de nuestra accidentada Patria solo figuran las acciones que remarcaron el desprendimiento, el desinterés y hasta la negación de uno mismo en beneficio del conjunto. Si olvidamos eso solo construiremos un castillo de naipes sostenido por hombres de cartón.