También es corrupción el despilfarro de los fondos públicos. El Municipio que nos contiene (o debería contenernos) a los esperancinos no es tan prolijo con los gastos. Controlar los actos de gobierno es un derecho olvidado que corresponde a los concejales y que se ejerce con bastante desidia. El viva la pepa se expande cuando no hay control. Los trabajos que la Municipalidad tiene la obligación de realizar con sus más de medio millar de operarios muchas veces es tercerizado obligando a un doble gasto a los contribuyentes. Tareas elementales como el barrido se ha confiado a una cooperativa de trabajo sin intentar siquiera formar cuadrillas con el personal ocioso con que cuenta la Intendenta. Eso bastaría para empezar a luchar contra la ineficiencia que también es corrupción porque se cobra un precio por un trabajo que no se realiza.