El PRO no tiene mucho. Mejor dicho, no tiene nada. No hay estructura. Si el partido de Macri no se monta sobre la estructura radical, por lógica, no tendrá permanencia en el tiempo. Es curiosa esta etapa política, porque, parecería, no hay entre los simpatizantes de los nuevos partidos como el PRO una afinidad ideológica, casi que se recluta por intuición, por esperanza más que por pensamiento. La militancia que ocupa la calle con los cantitos pendencieros va camino al pasado. Es folclore, es raro que los bochos del análisis político, la izquierda iluminada, no haya percibido el cambio. Es más, todavía se los ve en la calle con las banderas, aún perdiendo, sufriendo, indudablemente, es una imagen del pasado. A nivel local, hay que reconocer, sin embargo, que, con un caballo flaco, un rengo y un monito (como dice el tango) el PRO no tendrá peso ninguno. Los referentes locales no alcanzan, con Presidente y todo para mover una mínima influencia en la ciudad. Eso es grave, porque en Esperanza, si bien, el kirchnerismo no hizo mucho, algo hizo. Rufinot, Becchio, Bonvin, son la "pobreza", comparados con la presencia del peronismo (pobre) en la ciudad. (MAS)