Uno de los placeres culturales más extendidos en la Colonia es sin duda "comer y chupar", en general los sábados. No es el nuestro un pueblo bolichero, sin embargo, los comedores del centro y la periferia están a tope en las noches de verano. Ni que hablar de los expendios de cerveza en los cuales litros y litros van a parar a los territorios abdominales de los esperancinos. Imaginamos la alegría de quienes encuentran austera diversión en la chupa sabatina cuando el "duce, asesor" en tránsito de la Intendenta se plante en las esquinas para controlar el porcentaje de alcohol en sangre de los fiesteros. ¿Nadie va a poder tomarse un porrón tranquilo sin cortar alambre con el culo ante la posibilidad de que un piquete oficial lo examine? Parece que así será. Salvo que aquél que quiera deglutir unos porotos picantes con un balón de cerveza vaya al Jardín o de los eternos herederos de Dutruel haciendo rigurosa infantería o sea a pie. Veremos.