Este, según dicen, es un país libre, cualquiera puede hacer y avalar lo que quiera. Se puede bancar el cajón de Herminio Iglesias, hasta los "descuidos" de Boudou, pero ahora, las cosas son graves. El compañero (jefe de gabinete, casi primer ministro) Aníbal Fernandez está metido en un balurdo de drogas, tráfico de efedrina y un triple crimen. Los que lo acusan son unos fulanos condenados y curiosamente sus declaraciones coinciden con otros testigos que no tienen nada que ver con ellos. La duda está puesta. Lo que uno se pregunta es si ser Intendente o candidato o miembro de esa troika como Perotti, Scioli, Meiners, significa avalar toda esa mierda. Ni Perotti, ni Scioli, ni Meiners salieron a condenar el crimen, al contrario disculpan al sospechado con su silencio, con su actitud, mirando para otro lado, acá no ha pasado nada, estamos en la Argentina. Uno aspira a poca cosa, que se yo, uno pretende, que al menos les de vergüenza pertenecer a un grupo, banda o lo que sea que se ha enriquecido (eso es evidente) haciendo lo que al parecer, cada día que pasa, se hace más evidente.