HISTORIAS ULTRA SECRETAS: "EL COLO Y LA INSEGURIDAD"
Un asunto que tiene en jaque a todos los gobiernos es el de la inseguridad. Muchos robos y escruches cansan al electorado. Aunque la gente siempre se las ingenia para engañar a los chorros.
El "Colo" y la inseguridad
-¿Cual es mayor problema que tienen que resolver los políticos si quieren ganar, Cammisi inclusive? -dijo el Colo mientras miraba por la ventana del boliche de Córdoba y Jannsen.
-El asunto de los afanos, ese sí que es un problema -dijo el bolichero- el otro día me afanaron un calzoncillo que había dejado en el alambre para que se seque.
- Ahí está, esa es una buena costumbre para prevenir robos -intervino un policía jubilado con un bigote tanguero.
- ¿A cual costumbre se refiere usted mi sargento? -preguntó el petiso de siempre.
- La costumbre de dejar ropa tendida. El ladrón ve el calzoncillo en la soga y dice "hay gente" y se va.
- También puede decir "no se le seca" -aportó el petiso.
- Mirá que casualidad, el otro día tenía una cena en el club y le digo a mi mujer "dame los calzoncillos" y ella me dice "no se secaron" y yo le dije "dámelos igual" -dijo el Colo que ahora se había arrimado al mostrador a esperar una cerveza.
-No le quiero preguntar don Colo por qué usted tiene un solo calzoncillo, pero sí le voy a preguntar qué es lo que hizo con la prenda mojada. -quiso saber el bolichero.
- Lo puse en el horno microondas.
- Buena idea -dijo el petiso.
- No tan buena -dijo el Colo- cuando entré al Club, la mujer del encargado quiso saber adonde iba tan bien preparado.
- ¿Por qué, se había puesto las bombachas de combate? -se interesó el sargento retirado.
- Parece que el calzoncillo echaba humo -dijo el Colo.
- No me diga que le levantó temperatura... -afirmó el bolichero.
- Como será la humareda que hacía que la mujer del encargado le dijo "Aprendé" al marido.
- Claro, la señora creyó que usted era un semental en erupción don Colo -dijo el sargento.
- Por el humo. -dijo el petiso.
- Era vapor. -dijo el Colo-
- No hay que meter cosas raras en el microondas. -dijo el bolichero.
- Pobre esa gente que me tuvo que aguantar toda la cena, parecía el Charly García, parecía. Cuando llegué a mi casa mi señora me preguntó si no me daba vergüenza andar así por la calle.
- ¿Seguía humeando? -dijo el bolichero.
- Parece que el calor del cuerpo lo potenciaba.
- De no creer don Colo -dijo el sargento retirado.