El sol de otoño daba de lleno en la pequeña ventana del boliche y dibujaba curiosas figuras en el aire mientras los escasos parroquianos se entreveraban en una afiebrada charla política.
-Ser candidato es lo más cómodo del mundo, acá todo es interna, todos quieren mojar la medialuna en el café con leche. -dijo un gordo que estaba más colorado que bragueta de ladrillero.
-Y al final la mojan - dijo un chueco a media voz con el codo en el mostrador.
-¿Qué? -se violentó el gordo.
- La medialuna, digo, al final la mojan.
- Hablando de mojar -medió el Colo mientras luchaba con un poroto-, el mes pasado, en la Municipalidad estaban todos de fiesta, festejando que llovió y el agua se fue rápido.
- Bueno, lo que para algunos es rápido para nosotros es cualquier cosa... -dijo el bolichero.
- Era un festejo privado -dijo el Colo-. Cuando llegué -por casualidad buscando a un amigo-, el Secretario de Gobierno, disfrazado de piñón fijo, me dijo "estamos festejando porque llovió y no nos inundamos".  Después me dio un beso y me regaló un preservativo con una leyenda que decía "para la calentura use ésto, pero en el cuarto oscuro use las neuronas".
-Tato Bores. -intervino un flaco con lágrimas en los ojos.
- ¿Cómo? -quiso saber el Colo.
- Tato Bores, eso, lo del preservativo, se lo copiaron a Tato Bores, lo dijo en la tele hace como mil años. -recordó el flaco.
- No te dije -saltó el gordo más colorado que antes- Dios creó al hombre y después de su costilla creó al peronismo de Esperanza.
- ¡Sonamos el gordo se hizo testigo! -gritó un pelado levantando la vista del diario.
- ¡Ustedes se ríen pero allá arriba le van a preguntar! ¿Ana qué has hecho con tus hermanos? -siguió caliente el gordo- ¿Y... y qué carajo va contestar? ¡Que hiciste con tus hermanos! -gritaba a toda voz el gordo.
- "Nada" va a contestar, "nada", están acá conmigo en la Municipalidad y también están mis cuñados, mis hijos y todos mis parientes.  -retrucó el Colo en una sola carcajada en medio de la ovación de los presentes.