Un candidato tiene que mostrarse simpático y desplegar siempre, en lo posible, una sonrisa amplia y ganadora. Eso es bastante sencillo. El problema aparece cuando es imprescindible emocionarse hasta el llanto.

-En plena campaña electoral supo haber un político que conmovía al electorado con su llanto. El tipo parecía ser de lagrimal libre, con una sensibilidad notable y las mujeres -imaginense- eran incondicionales con el tipo, hasta que se le descubrió el secreto y fue un desastre. -el "Colo" terciaba en una encendida charla sobre política que se había desatado entre la nutrida concurrencia del boliche de la calle Córdoba.
- ¿Un secreto? Ya decía yo que no hay político que se salve, todos van al purgatorio. -dijo el cura de la parroquia San José levantando la copa de vermú-
- El fulano tenía una aparato para llorar, una máquina de lágrimas que le había fabricado un tornero de apellido Massaro, famoso porque se las ingeniaba para todo.
- Una máquina. Increíble. -dijo un gordo conteniendo la emoción.
- "El llorador", "el llora, llora"... -dijo el Colo.
- ¿Y cómo es? -se animó el bolichero.
- Le ponían un depósito con 3/4 litro de lágrimas y por debajo del ojo una maquinita que lloraba.  El tipo decía por ejemplo: "Nunca estuve más triste en mi vida...", apretaba una bombita que tenía en el bolsillo y listo.
- ¡Me llegó la cuenta de la hipoteca! -gritó el gordo desde el fondo.
- Ahí apretás y te larga un chorro. -dijo el Colo.
- ¡Increíble, hay que creer que el ingenio para macanear no tiene límites en esta ciudad! -dijo el cura mientras bendecía a los presentes salpicando con unas gotitas de Gancia.
- Usted no lo va a creer Padre, pero el aparato tuvo tanto éxito que fue utilizado en todas las campañas que siguieron. Inclusive el ingeniero Mássaro, que era un bocho, inventó otra máquina parecida que provocaba la sonrisa del candidato.
- ¿"El Reidor"? -dijo el bolichero.
- Así es. Era para candidatos de risa difícil. El tipo metía la mano en el bolsillo y se reía. Eso sí, de este invento, el autor se llevó el secreto a la tumba.
- Bueno, de todos modos, últimamente no hay tantos motivos para reírse. -dijo el gordo al borde de las lágrimas. 
- Es cierto -dijo el Colo.
- El único que da risa es Del Sel. -dijo el cura.
Un silencio profundo, durante el cual solo se escuchó el chillido del ventilador siguió a las palabras de sacerdote. El religioso sacudió la sotana dejando caer una cantidad considerable de cáscaras de maní. "Cante Padre, donde tiene el llora, llora, dijo el gordo". Entonces todos se rieron.