La marca de la ciudad que sueña con ser una sucursal de Suiza en las pampas agoniza. Las noticias por las que nos conocen últimamente no son muy elegantes que digamos. La irrupción de un exterminador de perros ha puesto a la ciudad en todos los portales y medios del país. En el terreno local enloquecen las fuerzas vivas, el Municipio transpira bronca y grita que se trata de un loco. La policía se autoconvoca y sale a la calle a cazar al insensato empujada por las protectoras de animales. Los bomberos quedaron en alerta permanente y las señoras salen a hacer declaraciones contra el crimen organizado de perros. El veneno utilizado según los especialistas estaría en la familia de los "fostatos", curiosamente los mismos que desparraman los chacareros en los alrededores de la ciudad cuando combaten los bichos de la soja. Claro que los "fostatos" amenazan la salud de la población en general y no solo de los canes, aunque tal despropósito, no convoca a nadie. ¿Será que los perros tienen más convocatoria que los humanos?. Qué esperamos para incluir, de algún modo original, un perro o en todo caso un gato, en las próximas listas eleccionarias.
Más loco es el fulano que trabaja desparramando mierda de gallina. Aunque parezca mentira, un "empresario" del transporte automotor llevó un equipo completo de ese producto y lo esparció sin alma en un terreno cercano a la ciudad. Los efluvios llegaron a las narices de los habitantes, en tal magnitud, que los gritos de los fulanos "olientes" obligaron a los funcionarios a levantarse de la siesta y actuar en consecuencia. Nunca visto el movimiento de los jefes públicos ante tamaño desmadre. Cómo hará sido el aroma que se levantaba por los aires para ocasionar por fin una respuesta. No hay que subestimar, pasa que la mierda de gallina en todo su esplendor aromático puede llegar a mover montañas dijo el cura párroco.
La cosa es que con ambos aconteceres nuestra ciudad está siendo conocida a nivel nacional. Los ciudadanos de la suiza de las pampas deberían estar felices porque no hay mal que por bien no venga, por lo menos, si nos tenemos que aguantar al verdugo de perros y olernos la mierda de pollo, tengamos la seguridad que no fue al pedo (con perdon de la palabra).