El peronismo esperancino es un festival de líneas internas. La imaginación no tiene límites y todos los presidenciables aportan su granito de arena en el guiso interno que ya tiene de todo. A las originales corrientes ortodoxas comandadas por Potolichio, Andreoli y compañía, que miran de reojo al corredor Reutemann, se suman el indefinido equipo kirchnerista de la alcaldesa Meiners, la corriente sindical del eterno "cascarudo" Schmut, el galope corto del abogado Albarracín, los colados panqueques de Becchio y el trio Midachi, y ahora, por si esto fuera poco, la díscola línea del entrerriano Urribarri a traves del conocido "ortiz de la guinda", crédito local siempre en el banco de suplentes para cuando se lo necesite.  ¿Si esto no es un circo el circo donde está?

El análisis es cómico porque el panorama es cómico. No hay ánimo de ofender. La cosa es que el peronismo local, dueño del Municipio y con presencia en el Departamento, tendrá que emprolijar bastante la cosa para seducir a Rossi, Khallof, Martinez y la gente que el tigrense Massa a destacado en la ciudad. Si Meiners, cascarudo, Albarracín y Ortiz que, sumados, hacen la misma ensalada no consiguen unirse a una fuerza que les aporte los votos que faltan para ganar, hay muchas posibilidades de que el núcleo radical, más el socialismo de Dellaporta los desaloje de la Municipalidad. Eso lo saben y hacen fuerza por ser un poco serios sin conseguirlo hasta ahora. La llegada de nuevos postulantes, famosos y con antecedentes, no suma al objetivo. Mientras tanto Meiners, sonríe aguardando la propuesta para que siga, como si fuese una especie de Evita Perón de la pampa gringa. Entendible, si la proponen de nuevo, como no se la va a creer.