AÑO 18

NUMERO 61629

Opinión

Año: 1

Número: 72

¿Una política sin doctrina?  (Edgardo Ferrero)

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Que un lema Justicialista anote como candidato para Gobernador a un " tigre" socialista, vaya y pase,  pero que empiecen a aparecer en estos sublemas (salpimentados con reivindicaciones sociales proletarias) ni más ni menos que candidatos que vienen de organizaciones semi aristocráticas como la Sociedad Rural u otras similares, es como para que uno empiece a pensar que está tal vez frente a una revolución similar a la Rusa del 17 o a la francesa de 1789.  Y así parece ser nomás, en las listas para la elección de setiembre va del brazo la utopía del progreso social con las ambiciones de la oligarquía nacional agrícola ganadera. ¿Los tiempos modernos nos llaman al cambio? ¿Las nuevas ideas (globalizadas) exigirán hombres preclaros que nada tengan que ver con las doctrinas del pasado? Sea lo que sea, tendrán que convenir conmigo que si esto no es revolucionario es, por lo menos,  un milagro con el cual  ni el mismo general Perón hubiese soñado, ni chupado (agrego yo). 

¿La cantidad abrumadora de candidatos (¡Salute Ley de Lemas!) para cargos, carguitos y otras yerbas,  querrá decir, por ejemplo,  que la ciudadanía ha decidido tomar cartas en el asunto y limpiar el chiquero de una vez y para siempre de viejos políticos, de interesados, de angurrientos y, en fin, de todo lo que ya sabemos.?  ¿O simplemente significa (pasando revista a nombres viejos, nuevos y no tanto) que muchos han agarrado por la picada que lleva a una gran timba electoral, en la que firma el que puede  "para ver que pasa ya que en una de esas arrimo unos votos y me dan algo después"?

Todos los partidos han quedado bastante chamuscados después de los negocios, las trenzas y los arreglos entre gallos y medianoche para instalar a uno o a otro más arriba en las listas. La cosa no tiene demasiado sentido para la gente común que mira desde afuera, supone los malos oficios pero no puede saber porque le resulta imposible penetrar el intrincado (y secreto) núcleo de las alianzas, contactos y favores. La macana es que la gente, imposibilitada de saber, empieza a generalizar y va propagando la epidemia de la corrupción que contagia a buenos, regulares y malos, la gente ignora, confunde gordura con hinchazón, cree en la redención de algunos y manda a la hoguera a otros. 

Todo eso pasa porque la política no es lo que parece. Porque la política utiliza reglas engañosas y hasta perversas, donde el triunfo de uno siempre depende de cómo y cuánto se hace equivocar al adversario. Hoy se ha reemplazado la discusión ideológica por la competencia superficial, tal vez esa y solo esa sea la razón por la cual en nuestra ciudad florecen candidatos a los que nadie exige un pensamiento doctrinal, ni tan siquiera una actuación anterior. La vieja escuela de la unidad básica o el comité ha pasado a segundo plano. Sin ir muy lejos, la Democracia Progresista se jacta de no tener en sus listas ningún afiliado (se jacta), o sea, que ningún "simpatizante" del PDP va como candidato. Sin embargo la sigla es el paraguas que cobija a los militantes o como se llamen que no se afiliaron por alguna razón. ¿Es el PDP o no es el PDP? ¿Significan algo esas letras o son solo un continente formal? Una verdadera paradoja andante que le ha de dar más de un sobresalto a don Lisandro De La Torre en su tumba.

La cosa es que en todas partes se baila esta canción, es más, casi se podría decir que es una gimnasia que se practica hoy en día, con el convencimiento de que se trata de la única receta para triunfar. Por lo menos para triunfar en esta comarca, donde, la cáscara es tanto o más importante que el contenido. Lástima la doctrina, la ideología... porque la formación doctrinal exigía ciertos principios que eran freno efectivo a ciertas desviaciones que provocaba la angurria personal, en fin, tal vez algún día (cuando todo este berenjenal de intereses se desbarranque) optemos por volver a los viejos métodos que privilegiaron la idea y el conjunto por sobre el interés particular, pero para eso habrá que empezar de nuevo y de paso leerlo a Perón, a Balbín, Jauretche,  Lisandro De La Torre...   
 
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