El Vice Presidente indagado por sospecha de corrupción, reflota uno de los flagelos nacionales que tiene postrado al país desde hace años.  De comprobarse que Boudou y sus socios despojaron mediante un ardid a una provincia pobre como Formosa de una suma importante de dinero, más que un delito sería una infamia.  Y eso es solo una muestra de los posibles hechos de corruptela en que podría estar implicado el Vice Presidente.  
Un mandatario de la importancia del Vice,  sospechado e investigado por un delito cercano al latrocinio liso y llano, tendría que alarmar a funcionarios de menor cuantía, muchos de los cuales se apoderan de los dineros públicos con una impunidad que espanta.
No están fuera de este vicio ciudades como la nuestra donde la costumbre de hacer uso del municipio como si fuese propiedad del Intendente de turno es una cosa de todos los días. Hace y deshace como si nada, entre otras cosas, carga sobre las espaldas de los contribuyentes el oneroso costo de personal totalmente prescindible solo para acomodar amigos y parientes, rifando sin culpa alguna el dinero de la gente.  ¿Eso no es corrupción? Si no lo es se le parece.  Lo peor es que nos estamos acostumbrando a esa estafa continua.
El mismo Senador departamental que cuenta por ley con una suma importante para entregar a las instituciones, retacea la publicidad de las listas de beneficiarios como si pensara que es una ofensa solicitarle iinformación sobre el destino de los fondos públicos.  Es sospechoso y los ejemplos abundan. Ultimamente entregó 10.000 pesos al Cimae, muestra de las escasas remesas que entrega en el mes, cuando todos saben que cuenta con más de 300.000 pesos mensuales para repartir. ¿Cómo hace sus rendiciones? ¿Cuántos subsidios de 10.000 debería entregar para justificar los fondos que tiene asignados?  Los responsables de controlar las rendiciones del Senador deberían entrar en acción y publicar los informes, por lo menos para evitar que los contribuyentes de la provincia continúen haciendo el triste papel de convidados de piedra en este asunto.

Los funcionarios que recibieron la confianza de la gente a tal punto que el conjunto de la población le otorga en custodia el dinero público, cuando despilfarra, cuando pierde la noción de lo ajeno o cuando por incompetencia esquilma a sus vecinos, está cometiendo actos de corrupción.