AÑO 18

NUMERO 61629

Opinión

Año: 1

Número: 71

Política nueva y política vieja. Edgardo Ferrero

El ovillo de las alianzas,  los plazos que se vienen encima para cerrar las listas de candidatos, uno que otro inconveniente que aparece de última (Paulón para allá, Uzandizaga para acá), las idas y vueltas para encontrarle las claves a una elección bastante enrarecida y fría... En fin,  todo eso, más una cantidad importante de detalles,  van mostrando, ahora,  a un tranco de las elecciones, un panorama confuso y loco que deja perplejo a más de uno. 

La vieja estrategia de descalificación del adversario es hoy ineficaz y hasta aburrida. Los interminables discursos que pretendían instalar sospechas de latrocinios, corruptelas e ineficacia burocrática han caído en el más oscuro de los olvidos. La política charlada parece haber dejado paso al pragmatismo que tiene el mérito de hacer resaltar el valor de la experiencia y de la voluntad creadora. No son pocos los que creen que la evolución de la ciudad es puro dinamismo sin constantes y que la política es un mero arte que solo se puede juzgar en sus efectos prácticos. 

El gran dilema de septiembre será entre dos estilos diferentes, perfectamente atendibles tanto uno como otro. Los radicales, que tras varios años de gobierno,  parecen haber comprendido que la praxis constituye la afirmación creadora del hombre en el campo político y  tratan esforzadamente de proyectar la doctrina en los hechos mediante la acción y a la vez enriquecer la vieja doctrina con las nuevas experiencias.  Enfrente, una oposición demócrata descolorida (aunque con antecedentes triunfales)  amarrada al interés de un sector colgado de alianzas no respetadas y con algo de protagonismo en el pasado. Más abajo, el peronismo, de mal en peor, no logra unirse para presentar batalla en esta elección que sin duda es una de las grandes oportunidades  (dado su protagonismo en el Concejo Esperancino) para hacer de una vez por todas un buen papel.

Cualquiera sea el resultado de septiembre es indudable que la vieja política de ficción que practican algunos partidos (como la Democracia Progresista), basada en la lotería de alguna figura mediática, tiende a desaparecer. La figura se desinfla y solo queda un partido sin afiliados, sin protagonismo en los distritos del Departamento y con las mismas figuritas repetidas, vitalicias y atornilladas en las bancas provinciales, un partido que no puede subsistir en estos tiempos políticos. Y esto va también para el Justicialismo que con sus "figuras" locales, supuestamente triunfadoras en la elección Presidencial, ahora resulta que no pueden armar ni una sola lista en el Departamento Las Colonias.  ¿Cómo se hace para encarar una elección en esas condiciones?  ¿Y como se hace para gobernar apoyados en una anarquía partidaria semejante?  Los nuevos tiempos exigen pensar en construir una estructura departamental sólida, basada en un sentimiento de afecto hacia  habitantes y su territorio, con sus particularidades, necesidades y sueños. Y para eso se hace necesario fundar una política permanente que exceda el paso ocasional de los hombres, pero  tal empresa nunca se llevará a cabo desempolvando las insignias y las fotos para los días de votaciones,  para lograr eso habrá que trabajar a diario, con pasión y solidaridad.  Los candidatos que gobiernan de palabra y no representan a nadie tarde,  o temprano serán arrasados por el olvido. En esta elección o en cualquier otra.     
 
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