En el reparto de personajes mediáticos de la ciudad está Engler Abel que hace el papel de "bueno". Presidente de bomberos, solidario y filántropo, el hombre sonríe siempre que puede. A los "buenos" se le perdona todo. Nadie les pregunta que negocios hacen, nadie duda de los números de las instituciones en las que están ellos. La gente buena de la ciudad descuenta que lo que hacen los "buenos" es honesto. Para los buenos la imagen es todo. a ENGLER lo perturbó el HUMO, el humo de la cava que explota a pocos metros del microcentro ciudadano. El humo llenó la cocina (y la paciencia) de la gente que hasta ayer le perdonaba todo al presidente de los bomberos.

Engler tiene un negocio. Un gran negocio con el Municipio. Saca tierra de un terreno y la vende. El pozo que queda lo rellena con la basura que produce la ciudad. El municipio le paga a Engler por ese servicio. A veces la cava, toda cerrada con un alambrado y con los palitos pintados de blanco, se prende fuego. El humo del "negocio" invade los hogares de los vecinos y los hace respirar humo a la fuerza. Entonces se pudre todo. Engler tiene que salir a explicar que un hombre "bueno" como él también se puede equivocar. No se puede ser bueno y llenar de humo la ciudad. O una cosa o la otra. Para solucionar el problema habría que llevar la cava lo más lejos posible de la zona urbanizada. Eso sale mucha plata. Y uno por más bueno que sea no está como para andar perdiendo plata.