-¿Qué cosa le parece a Ud. peor, un gobernante malvado o un gobernante tonto?
Cuándo se acercan las votaciones todos comenzamos a macanear, desparramando teorías sobre a quién convendría elegir para que gobierne durante los próximos cuatro años la ciudad. Por supuesto que no se puede hacer abstracción de todo lo que sucede en la provincia y -obviamente- lo que ha ocurrido en el país, pero, dadas las características políticas únicas que rigen por acá, da la impresión que los esperancinos encaran la opción de septiembre con un poco más de riesgo que en otras elecciones.

Las terribles e interminables discusiones entre amigos se centran casi siempre en los estilos y personalidad de los candidatos. A mí, por ejemplo, me parece que no hay cosa peor que un gobernante "tonto" (Para no decir otra cosa), o sea sin visión para ver más allá de sus narices. La pregunta acerca de las relaciones de Inteligencia, Virtud y Gobierno es muy delicada y no se puede responder tan fácilmente. Si damos a "tonto" el significado de cortedad de ingenio y le agregamos a la definición el detalle (infaltable) que casi siempre el tonto es insensato o sea que no solo "no se cree tonto" sino que "quiere gobernar encima", la cosa se torna desastrosa. Según Santo Tomás para que un gobierno "gobierne" necesita prioritariamente, de entrada, la inteligencia y después la virtud, la virtud "mínima" necesaria para que no se corrompa la inteligencia, a la cual compete el regir. "El sabio que nos enseñe, el inteligente que nos gobierne y el tonto que ruegue por nosotros", dice Santo Tomás.

Tal vez estos pensamientos propios y prestados sirvan para aclararnos de a poco por donde debemos ir. Gobiernos hubo en esta ciudad de Esperanza con todos los matices, de dudosos y también legítimos orígenes, gobiernos que colocaron en las decisiones a hombres virtuosos, inteligentes y muchas veces (¿para qué negarlo?) bastante necios. Y, por supuesto, de la mano de cada individuo sentado en el municipio la ciudad avanzó, se estancó y hasta retrocedió, o sea que, pruebas (y resultado) de la existencia de tales categorías pensadas por el filósofo, no nos faltan, basta con recorrer la historia de los últimos años para entender los secretos que llevan al éxito o al fracaso.

La inteligencia que debe regir la sociedad no es el intelecto de los actuales "intelectuales" que terminan pecando de minoría oligárquica inactiva, sino el saber que abarca desde el humilde sentido común (abajo), pasando por la cordura (al medio) hasta la "visión" o "intuición creadora". Estas distinciones fundan el factor capital del gobernante que no es "forma", sino "motor y máquina", "pensamiento y acción". Es cierto que muchas veces nos equivocamos al elegir, porque nos traiciona la intuición o recibimos información trucha, pero, convengamos, que en pequeñas comunidades como la nuestra es mucho más difícil el error, la gente ha aprendido -con la repetición de los actos eleccionarios- que es lo que le conviene y actúa en consecuencia. Por supuesto que priman las simpatías hacia los distintos partidos pero ya nadie se chupa el dedo, el avance de la ciudad es lo primero y en esa empresa los tontos van muertos.