AÑO 18

NUMERO 61629

Política

Año: 11

Número: 540

ENA, EL ÚLTIMO MONAGUILLO.

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El peronismo local fracasó durante muchos años en la ciudad. Era tercero siempre y su caída parecía irreversible.  Los candidatos peronistas “propiamente dichos” eran rechazados una y otra vez por el electorado.  Fueron épocas de oro del radicalismo y de los demócratas progresistas.  Nada hacía pensar que eso cambiara. Hasta que un día el peronismo se miró al espejo y se dio cuenta que su aspecto no se correspondía con el paladar del inmigrante suizo.  Así fue que se abocó a la tarea de buscar candidatos rubios de ojos celestes, serios, con plata y con cara de bueno.  A partir de allí, las cosas empezaron a cambiar,  el justicialismo perdió por poco con Herzog de candidato y, no tuvo que esperar tanto,  para ganar (con lo mínimo) con Meiners. 

La llegada del Doctor Elena se corresponde con este camino. El perfil de los candidatos peronistas es fundamental para ganar elecciones.  Varón o mujer, alto o petiso, médico o coleccionista de mariposas, el hecho es que “no tiene que parecer peronista”.  Si parece peronista no gana. Los compañeros entendieron esa consigna, ellos prefieren venir por detrás, agachados a la sombra del mascarón de proa, acovachados dentro del caballo de Troya. Nunca al frente, el que pone la cara tiene que tener aspecto de monaguillo,  un fulano con cara de ayudar a las ancianas, en fin, un muchacho como Elena  ¿capiche?.

Sin embargo, el Justicialismo local,  no puede librarse de una profunda duda. Las incontables agrupaciones internas, temen que el próximo Intendente (en caso de que sea peronista) los desprecie como hizo Meiners.  “Aportamos los votos fundamentales para el triunfo y después nos rajan” piensan con bastante fundamento los caudillos locales.  ¿Cuál es el problema? ¿Por qué hoy un juramento y mañana una traición?.  Es posible que los candidatos con “cara de monaguillo” resulten ser propiamente “monaguillos” antes que peronistas. Muchos de ellos no solo tienen cara de “gorilas”, son “gorilas”.   Meiners y Elena pasarían tranquilamente por afiliados demócratas progresistas. El problema no es que parezcan “gorilas”, el asunto es que no se le vean los pelos por debajo de la camisa.  Si Elena termina siendo Intendente,  los “compañeros” sospechan que el doctor puede llegar a armar un quirófano en el Municipio y que a ellos no los van a convocar ni para lavar el piso.
 
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