Hace años que lo decimos. El gobierno Meiners, con sus asesores, técnicos y turistas llegados de lpueblos vecinos,  es un rejuntado temeroso, no se anima al riesgo que significa encarar obras de importancia. Primero quiere la plata, después hace y, la mayoría de las veces hace mal, porque se queda corto o pijotea.  Le pasó con el cierre de la plaza, una obra que "no salió" como se pensaba y ni siquiera vale la pena inaugurar.

Ahora están en un callejón sin salida con el plan de pavimento y ripio. ¿Por qué? Por las mismas razones que apuntamos durante años. Miedo, miedo a quedarse sin plata. Gómez  sabe calcular pero tiene miedo. Es cierto que en casi todas las obras hace falta un colchon por la dudas, pero Gómez con el plan de accesibilidad quiere hacerse una fábrica de colchones.

Este pueblo es manso. Muy manso.  Le pueden meter la mano en el bolsillo con discreción que no dice nada. Cómo será de alevoso el despojo en este caso que hizo saltar a la gente.  Las explicaciones que dará el gobierno municipal tienen que alcanzar para que los propietarios que están al borde de contraer una deuda millonaria no inicien acciones legales. Es posible se deba liquidar de nuevo.  Pero todo hace pensar que estamos al borde del colapso del plan de pavimento y ripio. El culpable es el Municipio.