AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 11

Número: 535

NOVELA CAPÍTULO "YAPA" : JUEZ DE FALTAS EN APUROS.

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-¡Que pase el Juez de Faltas! –Ordenó la gran señora, Intendenta y Primera Dama de la Suiza de las Pampas mientras sopaba una masita vainilla en la tasa de café con leche.

- Señora, le ruego que aguarde un instante, hay un asunto pendiente a resolver previo al ingreso del Doctor Plantón.  – Dijo al oído de la alcaldesa el Secretario de hacienda y Tenedor de Libros del Municipio, Alfonso Gómez,  presente en el despacho donde se cocina el bacalao.

Mientras tanto el vocero oficial, de apellido Dos Santos, un morocho más ancho que alto, con el vicio de  vestirse totalmente de negro,  suspendió el ingreso del Juez con la mano en alto.

-¿Qué pasa señor Gómez? –Preguntó la jefa de la primera colonia agrícola organizada levantando una vainilla de la tasa. .

- El doctor Plantón viene a reclamar un cheque, señora. –susurró el contable-

- ¡Un cheque! ¡Qué cheque!  - Gritó la Intendenta tomándose un trago largo de café con leche.

- Sucede que el señor Juez de Faltas ha adquirido de su propio peculio un protector bucal, de esos que usan los boxeadores y ahora exige que le repongamos el importe.

-¿Qué sucede Gómez,  está loco, qué tenemos que ver nosotros si al coso este se le ocurre practicar boxeo?

- Sucede, señora –dijo pacientemente el tenedor de libros- que el señor doctor Plantón considera su trabajo de Juez de Faltas insalubre en virtud de que ha sido agredido no hace mucho por un infractor reincidente a quien le impuso una multa importante.

La gran dama, destruyó la cuarta masita vainilla para dejarla caer en el café con leche, revolvió la mezcla y se mandó al buche dos cucharadas soperas.

- ¿Señor Gómez, me puede explicar por qué el Juez de Faltas se protege solo la dentadura y no otra parte de su anatomía?

- Dice que las trompadas de su agresor buscan arriba, señora.

La Intendenta bufó y tomó la lapicera. Por un momento, el vocero Dos Santos y el Secretario de Hacienda, testigos de la escena, imaginaron que la alcaldesa se disponía a estampar su rúbrica en el cheque para el Juez. Sin embargo, su majestad, solo tomó la “birome” para usarla a modo de batuta para increpar a los presentes. 

-¡No podemos pagarle a este abogadito su protector bucal –dijo caliente- por más que lo revienten a trompadas! ¡No podemos sentar un precedente, señores!  ¡Si le pagamos el aparato a Plantón qué hacemos con Blangini. Todos saben que al arquitecto lo anda buscando gente de barrio unido para golpearlo porque tiró tierra colorada donde no tenía que tirar!

- Disculpe, señora –se atrevió Gómez- ¿El arquitecto Blangini solicitó algún elemento para su seguridad personal?   

- Así es.

- Y que es lo que pretende si se puede saber.

- Un chaleco antibalas.

Las audiencias de la señora Intendenta continuaron hasta la hora del vermú.  La charla con el Juez de Faltas no se llevó a cabo porque el funcionario se negó a sacarse el protector bucal. La señora dijo que no se le entendía nada y lo echó de su despacho.
 
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