AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 11

Número: 534

LA NOVELA: "INSPECTORES SOBRIOS Y DE LOS OTROS"

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En el patio del Municipio los inspectores de tránsito aguardaban la llegada de la señora alcaldesa quién había ordenado que "¡cuidadito que alguien salga a la calle sin hacer el cuatro primero". El "cuatro" debía hacerse en presencia de la señora y para eso el personal incluído en la disposición esperaba en perfecta formación junto a sus vehículos.

- Ahi viene. ¡Firrrr mes! -dijo con voz de mando Elemento Pilatti.

- "Todo el mundo en posición de firmes y con la mejor cara de boludo" -completó la comandanta Passiti mientras se ajustaba la pollera. 

La señora apareció en el patio, custodiada por sus dos ministros afines, Gómez y Anza, vistiendo saquito militar, peinado revuelto y taco chino, dispuesta a dar cumplimiento a la verificación de alcoholemia del personal que fuera duramente criticado por el semanario "Edición Humo" cuyas notas la primera dama "devora" según sus dichos.

- ¡A ver vos, vení para acá! -pegó el grito Ana María con cara de guerra.

- ¿Quién yo...? -preguntó un negro peinado con brillantina.

- ¡No, vos no, que venga "Elemento"!

EL citado "Elemento" era el responsable de la cuadrilla y en dos trancos estuvo frente a la Intendenta haciendo la venia.

- ¡Ponete la camisa adentro! -ordenó su majestad.

- ¡Sí señora! -dijo el otro.

- ¡Abrochate la bragueta! -chilló la reina del Salado.

- ¡A la órden señora alcaldesa! -dijo Elemento levantando la cremallera.

La señora se veía bastante molesta y a cada orden la acompañaba con una mueca como diciendo "qué manga de pelotudos tengo a mi cargo..." o algo parecido. Bufaba a cara rato y ya con el asunto de la bragueta abierta no aguantó más e hizo una seña con las dos manos moviéndolas de arriba hacia abajo, bastante obscena, que generó la carcajada del pelotón de inspectores.

- ¡Hacé el cuatro, carajo! -vociferó la señora Meiners mirando fijo a Elemento.

- ¿El qué...?

- ¡El cuatro, faltaría que no sepas lo que es el cuatro, carajo! -gritó la jefa.

- Lo lamento señora pero no sé qué es lo que usted me pide.

Se escucharon algunas risitas que venían del grupo de inspectores. Ana María resolló, infló los cachetes y corcoveó un poco expresando su fastidio. Uno de los monotributistas incorporado por el plan "más y mejor trabajo" contó después que su excelencia movió los labios como diciendo "la puta que lo reparió" o algo parecido, pero no es seguro.

- Está bien, te voy a mostrar yo como es el "cuatro". -dijo la señora moviendo la cabeza de izquierda a derecha en señal de absoluto embole.

Lo que se transcribe en la continuación de este relato pertenece a los archivos secretos del municipio local. Los trascendidos que se manejan son solo trascendidos y tienen orígen en empleados infieles, contreras o simples "buchones" que pululan por los pasillos del palacio. Se aclara esto para evitar suspicacias y enojos por detalles que, aclaremos, escapan a nuestra desinteresada autoría. La cosa es que la señora se dispuso a ilustrar la figura del "cuatro", ejercicio por ella misma instalado para comprobar, según se sabe, el grado de borrachera en cada uno de los inspectores municipales a su cargo. 

Se afirmó la primera dama sobre su extremidad izquierda cuya terminal era un zapato "taco chino" sin talonera y sujetado precariamente por dos tiritas aseguradas por una hebilla pedorra. Hizo dos amagues de levantar la otra pierna, fijándose que la gamba de apoyo estuviera correctamente asentada sobre el piso. Se levantó la pollera del trajecito dejando al desnudo generosamente las dos rodillas. Miró a los presentes y dijo entre dientes: "A la una, a las dos y...a las tres". El primer intento falló porque cuando la señora fue a levantar la pierna derecha desde el grupo de inspectores se escuchó un sonoro pedorreo. Un coro de risotadas inundó el ambiente. La Intendenta no dijo nada, solo descargó una mirada mortal hacia el pelotón. El horno no estaba para bollos y todos callaron. Su majestad se dispuso entonces a repetir la acción. "A la una, a las dos, a las tres..." la rubia mujer hizo un esfuerzo sobre humano para levantar la pierna y hacer la figura del "cuatro" con tanta mala suerte que el zapato izquierdo se deslizó y fue a dar con el talón desnudo en el suelo perdiendo la estabilidad y por ende la vertical. Los dos secretarios laderos, Bonzi y Gomez, hicieron el intento de abarajar a su jefa, el que llegó primero fue el morocho Luciano quien, seamos sinceros, no pudo con lo que se le venía y solo atinó a cumplir con la función de amortiguar la caída de la lora mayor de la primera colonia agrícola. En suma: la señora se le cayó encima al secretario de gobierno.

Eso es todo lo que pudo saberse del asunto del examen de alcoholemia de los inspectores locales. En verdad no se pudo culminar con la demostración del cuatro de la señora. El Secretario Luciano Anza solicitó licencia. 
 
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