AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 11

Número: 532

LA NOVELA MUNICIPAL: "PRUEBE OTRA VEZ, SEÑORA..."

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"Desde hoy haremos las reuniones de gabinete a las 11 de la mañana", ordenó la reina rubia mirando a los dos mozos vestidos con chaquetilla blanca que aguardaban al costado de una mesa ovalada, sobre la que descansaban dos botellas de Cinzano, dos de Gancias y tres sifones de soda.

- Señora -dijo un morocho que hacía de mozo adelantándose- voy a proceder a probar el Cinzano para verificar que no esté envenenado. -El negro se manoteó el cogote de la botella y la alcaldesa le prendió un sopapo en la nuca.

- ¡Quieto, carajo, no te hagás el vivo! - La Intendenta embuchó una aceituna negra y a continuación escupió el carozo por el balcón- ¡A las once en punto abrimos el chupi!

Ana María de los Angeles del Cocco se había puesto una chaqueta floreada con el escote bastante pronunciado. "Escupo los carozos por el balcón porque no quiero que me caigan en el escote" explicó mientras caminaba por el salón moviendo las caderas. "Disculpen si muevo mucho la parrila, pero estoy practicando para el desfile del 25 de mayo". Los mozos continuaban en su lugar aguardando que den las once y así proceder al destape de los aperitivos.

El Tenedor de Libros Gómez fue el primero en llegar. Traía bajo el brazo una foto del palacio Bertotti. "El ciudadano Banchio, con residencia frente a la vieja farmacia al borde del derrumbre, pregunta si está permitido plantar árboles en los techos de los edificios y si, en el caso, del palacio, los vegetales también serán declarados monumento histórico". Eso informó Gómez, que no se desenchufaba nunca, mirando fijamente a la señora quien ahora caminaba moviendo exageradamente las ancas por el salón.

- Dígale a Banchio que no se haga el gracioso. Que de gracioso no tiene nada. Los perros de Bertotti van a mear contra los árboles del techo. Se acostumbraron. ¿Son o no son animalitos de Dios? ¿Acaso Banchio tiene más derechos que los perros? ¿Por qué...? ¿A quién le ganó Banchio?

- A nadie señora.

- Entonces a otra cosa. ¿Qué hora es?

Eran las once y cinco y los mozos, dos morochazos monotributistas, previo destape del vermú y con ayuda de miliki Fernandez (llegado al recinto en misterioso silencio) tenían despachada más de la mitad del Cinzano, las aceitunas y los sánguches de miga. Cuando la señora vio la escena se sacó una zapatilla adidas con suela doble y se la tiró a los insurrectos.

-¡Quién carajo dio la orden de empezar a chupar!

La Intendenta, fuera de si, tenía en un mano zurda la otra zapatilla y amagaba con tirarla contra los parroquianos. Uno de los mozos manoteó una botella de Gancia y salió corriendo. "¡Negro chupete y cobarde!" "¿Quién dio la orden?", repitió la señora. 

El otro mozo miró a Fernandez y lo mandó en cana mientras masticaba una papafrita. "Fue él, señora". "¡Cagonazo!" le gritó el Secretario de Servcios Públicos. El mozo levantó un tubo de Cinzano y un sifón de soda y desapareció al tranco por la puerta de salida.

- ¡Me extraña Fernandez! -dijo la señora y la zapatilla pasó muy cerca de la mesa.

- Cuidaddo señora que va a romper la última botella que nos queda.

- Usted me desautorizó, Fernandez.

- Le pido disculpas. Venga tómese un vermú.

La señora, descalza, encaró la mesa a paso de procesión. Se aflojó un poco los pantalones y le puso un poco de limón al aperitivo. Apoyaron los vasos sobre el programa con los actos del 25 de mayo "para no marcar la madera". Miliki tomó un trago largo de Gancia puro, hizo un poco de "buche" con el líquido, tragó y acto seguido se mandó un chorro de soda en la boca directo del sifón.

- ¡Que bueno! ¿Dónde aprendió eso? -dijo la señora tomando un sifón y apuntando el pico para su lado.

- Abra bien la boca -aconsejó miliki con voz aguardentosa.

La Intendenta apretó el gatillo y el chorro salió torrencial. La soda, como un misil, buscó el blanco aunque, a decir verdad, la señora había apuntado un poco bajo. Tal vez el escote estaba demasiado expuesto. El paso de Uspallata se llenó de soda como si un río de deshielo irrumpiera de pronto en un valle flanqueado por dos blancas y redondas montañas.

- Pruebe otra vez -dijo Miliki- Ya va a salir.
 
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