AÑO 18

NUMERO 61629

Ciudad

Año: 1

Número: 66

La fiesta de la Orilla fue espectacular

La fiesta de la Orilla. Un gol de media cancha.
Cuando llegamos tocaban los pibes de "Remembranzas" , meta chacarera, escondido y más de treinta parejas bailando, conducía Jorge Pirola y la alegría desbordaba en el terreno frente a la escuela.
Después llegó Faisal guitarreando, con un acordeonista de excepción y entoncies el chamamé y la chamarrita siguieron dando color a la cosa.
Cuando apareció Vera Cruz, a caballo, con guitarra y los musiqueros dándole a la verdulera, la alegría tocó su punto máximo. Una reunión multitudinaria con y para toda la familia del norte y también de toda la ciudad. Nadie faltó, nadie quiso perderse semejante espectáculo y los que fueron recibieron el premio de la espontaneidad de la gente, de la calidad de los músicos y de la alegría desbordante. Estas fiestas plenas de autenticidad son sencillamente inolvidables. Resultado: excelente.

La presentación de Mannarino.
(Un pelotazo en contra.)
"Piantarse" de un espectáculo es, acá y en todas partes, se supone, un síntoma de mala educación o en todo caso una falta de respeto, pero en el caso puntual y específico del lamentable espectáculo que se presentó el domingo pasado en la Dante, el hecho que los jóvenes y no tan jóvenes que concurrieron a presenciarlo se hayan tomado discretamente el olivo, fue un acto de justicia absoluta. Párrafo aparte para quienes ( seguro de muy buena fe) seleccionan el programa de la Alighieri y son sorprendidos por estos engendros, para que en el futuro ejerzan la sana desconfianza en cuanto a las supuestas cualidades de algunos artistejos que, aunque presenten diplomas de idóneos en estos oficios, parecería que en realidad están más cerca de la esquizofrenia que del arte propiamente dicho. Para el olvido. (Mannarino, entonces, al libro negro.)   
 
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Henri Frédéric Amiel (1821-1881)
Escritor y profesor suizo
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