Tal vez sea un ejemplo exagerado de la desidia que existe entre los funcionarios (que no funcionan) en esta ciudad. Hay otros ejemplos más graves todavía, miren el caserón de Belgrano y Lehmann a punto de caerse en la cabeza de cualquiera que pasee por allí. La intención de este diario digital (tal vez inútil) es intentar comprender que la calidad de nuestros dirigentes deja mucho que desear.  Los tipos que pagamos para que se ocupen de las cosas de todos, no se ocupan de las cosas de nadie, solo se ocupan de embolsar el sueldo, quejarse porque no se puede hacer nada y rascarse para adentro.  La ciudad mientras tanto se desploma. Se derrumba el palacio Bertotti, se derrumba el correo, se derrumba el cementerio, los baños de los espacios públicos, las calles de pavimento, las calles de tierra, todo, ah, eso sí, lo poco que está sano lo rompen. Miren como rompieron el asfalto impecable de la plaza. Inviertieron la plata de los impuestos para cambiar sano por adoquines. Si esto parece, más que una nota un llanto desconsolado,  el que piense eso tiene razón, aunque, llorar es poco, haría falta un grito de terror.