El renunciante ex jefe de policía de Santa Fe finalmente se entregó a la justicia. El uniformado está sospechado de connivencia con los narcotraficantes de la provincia. Escuchas telefónicas lo comprometen. Cualquiera que recuerde los esfuerzos que hacen las familias de nuestra ciudad para escapar al flagelo de la droga, puede medir con la clase de enemigo que tenemos enfrente. La policía facilita las cosas a quienes negocian con la angustia de la gente. ¿Eso es nuevo? Lamentablemente no es nuevo. Parecería que no existe nadie que se resista al poder del dinero. Los delincuentes "arreglan" con la policía y la droga pasa, se mezcla y corre por todos los hogares.

Si el Estado provincial estaba en deuda con la sociedad en la lucha contra la droga, este hecho, lo compromete mucho más. Los propios funcionarios del Estado provincial participan en el equipo contrario. Los asalariados del gobierno están sospechados de delitos contra la sociedad santafesina. No solo sucede que el gobierno no acierta con los trabajos eficientes para proteger a los jóvenes,  posibles víctimas de las adicciones, sino que aporta soldados a la causa contraria.

En nuestra ciudad los responsables de acción social hace años que lo único que se les ocurre es hablar. La literatura y la oratoria no son herramientas eficaces contra la droga. Meiners no ha invertido un solo peso. Lo dramático es que se piensa que hablando se pude corregir algo. El municipio debe proponer algo concreto apuntado a llenar el vacío de los muchachos que van a la droga porque creen que no hay alternativa. Por parte del estado Meiners no la hay. No hay una sola propuesta seria para los chicos. La municipalidad no invierte un solo peso en proyectos que convoquen a los jóvenes esperancinos. No llama, no estimula a presentar proyectos. No se ha ocupado en los años que lleva al frente del municipio en crear un solo grupo que entusiasme, contenga y prepare a los jóvenes en disciplinas que alejen de las adicciones. Claro que para eso hay que invertir, invertir plata, no palabras. Hacen falta empresas para los jóvenes, culturales o lo que sea, que ocupen a quienes se sienten vacíos y abandonados por un estado egoísta y pijotero que solo piensa en asegurarse los recursos para cobrar los sueldos.