Los pesimistas decían ayer en los bares del centro que no hay que hacerse ilusiones porque Blangini no tiene ninguna posibilidad de terminar la obra. Otros temían que no se le abra el paracídas y sugerían que se arroje con otro elemento más seguro como un ultraliviano o un ala delta.  Trascendió que la Intendenta Meiners habría declarado en la intimidad que "si no terminaba con el cierre,  la que lo iba a empujar iba a ser ella..."

La cosa es que el arquitecto está para cualquier cosa y, según se sabe,  el desafío surgió mientras comían una pata de cordero en la escuela granja. Uno de los asadores dijo: "Si vos negro terminás el cierre completo de la plaza, yo me como un perro a la estaca...". Después de algunos vinos, medio caliente, segun los testigos,  Blangini dijo que si terminaba se tiraba de la torre. Le tomaron la palabra y así quedó el asunto.

"Le conviene no terminar"  declaró un mozo de "La Royal" al grupo del consejo de ancianos que se junta periódicamente. "Dijo eso para tener una escusa y no terminar la obra". Los familiares del arquitecto están organizando todo tipo de obstáculos para que el cierre no avance, obstáculos que son desactivados uno por uno por Potolichio y otros adversarios de Blangini.