Las denuncias que desde años se vienen haciendo por parte de un propietario de una FM local contra las que el llama emisoras clandestinas terminó con el allanamiento de dos radios locales. La Platino se salvó del decomiso porque cambió oportunamente de domicilio y la 99.9 -que zafó un par de veces- esta vez fue víctima de los federales. Resultado, tenemos una radio menos, la competencia que supone profesionalismo, inteligencia y creatividad se rinde anten los enanos que consideran esta herramienta de la cultura ciudadana (fundamental en estas ciudades pequeñas) como una pulpería donde se venden avisos. Si por ellos fuera nos quedaríamos con el concepto de propaladora que cobija a los que venden calzoncillos y verduras desde la mañana hasta la noche. Otros vientos deben soplar en estos terrenos de las radios locales. El milagro se producirá para evitar que nos coman los albatros, o en todo caso, los piojos de la estupidez. Hemos dicho. Lamentamos la baja sufrida.