Nadie puede negar que se observa ultimamente un cambio para bien en la metodología de los dirigentes locales. Ir hacia las cosas simples, mezclarse con la gente, hablar y, más que nada, hacerse cargo de las obras, obritas, proyectitos y reparaciones que preocupan a los vecinos solucionándolas si se puede son hechos casi cotidianos en la ciudad.  Pero lo importante es el hecho que representa el acto simple de "ver" entre la gente lo que pasa, que puede ser mucho o poco, pero se trata en definitiva de los sucesos del lugar que tocó en suerte arreglarle los entuertos y arreglarlos en concreto es, en resumidas cuentas, la esencia misma de la política. Está bien que puede ser que en una de esas estemos capacitados para llevar las riendas de un Rosario, Atenas o tal vez París pero si estamos acá, lo bueno es ver que nuestros jefes se vienen por el barrio, hablan en nuestras placitas y arreglan los baches de nuestras calles.

Tales conductas serán beneficiosas tanto para el ciudadano común como para el dirigente, cualquiera sea el dirigente, para éstos que están ahora y que empiezan a creer en esta forma de hacer las cosas y para los que vengan, los cuales, tendrán que continuar con esta costumbre que ya parece más que instalada en nuestra ciudad. Sería muy bueno que las viejas actitudes de "escritorio" que hoy se van abandonando sin prisa y sin pausa no vuelvan a reencarnarse en el futuro. La gente descree de los papeles, trámites intrincados y ve con buenos ojos las vías prácticas de la acción real, por eso es conveniente que no asocie a sus generales con los laberintos que llevan a despachos infranqueables y en cambio sí es saludable que los vea en la calle, en las plazas, enterándose de las inquietudes de todos los días.

¿No andará por ahí el cambio que tanto buscamos? ¿No será que necesitamos políticos que le escapen a la muerte burocrática y se hagan amigos de la gente estrechándole la mano acciones mediante?  Ojalá se hagan en el futuro obras magníficas, grandiosas y hasta monumentales. Pero que ningún Intendente deje por nada del mundo de hablar en las plazas y en las esquinas de barrio. Sea del partido que sea.