Nadie pone las manos en el fuego por nadie. La evidente inacción de Meiners está creando un clima adverso en la ciudad y algunas de las voces locales salen a marcar la cancha. Héctor Húbeli,  muchas veces, ha hablado de la Intendenta con una sinceridad "brutal". Eso le valió un cierto aislamiento de sus "compañeros" justicialistas, sobre todo aquellos que participaron de cerca de la gestión de la señora. Para los peronistas que actuaron en el municipio y después se fueron, las palabras del "gordo" de Comercio les produce urticaria, porque les marca un asunto "fallido" que tiene sabor a fracaso.  Húbeli advirtió a Blangini sobre el hecho de que sin plata no podría hacer obras y fue el que le dijo al arquitecto que, al final, el único perjudicado sería él mismo. Para colmo todo se va cumpliendo inexorablemente. El gobierno Meiners se dirige sin duda hacia el fracaso.  Sin ayuda de nadie, por propios méritos. Esta gestión tiene talento para fracasar.

A medida que la ciudad se atrasa, que la impotencia para hacer se frustra, cuando ya ni siquiera se trabaja para mantener lo que había, la gente se molesta,  las voces más prudentes se animan a la crítica y es entonces cuando la figura de Héctor Húbeli se hace notoria. Los que le calientan la oreja a la señora le dicen que Húbeli tiene aspiraciones para más adelante, que por eso se afilió otra vez al peronismo y que, a pesar de su caballerosidad y disposición para con la Intendenta, será un obstáculo de cuidado para las aspiraciones políticas de la primera dama.  Húbeli es uno de los contados sindicalistas con presencia mediática en la ciudad,  que, por lo menos,  se anima a fijar posición y  que tiene una lectura desinteresada de la realidad. Eso le valió algunos enemigos en el gobierno municipal.  Tal vez si la señora le hubiera hecho caso no estaría hoy colándose en las realizaciones de otros para justificar su papel en la silla del Intendente.