El secretario informante del reino, Mario Dos Santos, pantalón blanco amplio, alpargatas negras, habanera con escote y abullonada en las mangas y colgando del cogote una máquina de fotos, subía lentamente a resuello limpio las escaleras en dirección al salón de los grandes tejemanejes. Ni bien llegó arriba el petiso tomó aire y cuando iba a accionar el picaporte para entrar, uno de los inspectores se le adelantó impidiéndole el avance.
-Mire Dos Santos -dijo el tipo- disculpe pero hay orden la señora de no perturbar hasta nuevo aviso.
-Oiga, sepa que yo vengo, como todas las mañanas a pasar el parte diario, así que apártese que voy a encarar las tolderías...
El inspector de guardia, un tipo morrudo y de rulitos, dudó por un momento y enseguida le dijo al morocho de bigotes que el no se hacía responsable que no sabía lo que estaba pasando adentro y que lo iba a dejar pasar pero que si había problemas que lo iba a "cagar a patadas" (sic). Dos Santos lo miró fijo de abajo para arriba, después "peló" la cámara, le sacó una foto al fulano y entró al salón a paso de murga.
El salón estaba en penumbras y los compases de un tango venían de un "combinado" que no se usaba de la época de "Rulo" Bruera. En el medio de una pista improvisada, luego de despejar escritorios y sillas, la señora alcaldesa y Simonutti el presidente del Cicae hacían un "8" a las órdenes de Fasbhender el instructor de tango del liceo. "¡Ahí está, así, bien señora, ahí va!" chillaba el profesor mientras Simonutti, bastante colorado, trataba de sostener como podía los firuletes de la Intendenta. "Téngala firme, deuéstrele quién manda, Jorge, vamos que ya sale..." seguía el maestro engominado y con chaleco floreado para la ocasión.
Dos Santos se arrinconó contra un perchero y preguntó a una empleada de maestranza, que andaba de pollera cortona y tajeada, que era lo que pasaba. "¿Cómo, no sabe que los lunes la señora tiene sus clases de tango, a propósito, che, usted no se animaría a encarar la pista...?" El petiso dijo que "NO" con la cabeza mientras miraba como Simonutti y la alcaldesa se le venían a todo lo que da al ritmo de una milonga, cuando la pareja estuvo a tiro aprovechó para hacerse ver y mostrándole un papel a su jefa dijo con un hilo de voz: "señora, señora, el parte diario...". La pareja andaba al galope forzado por el salón cuando la señora advirtió la seña del petiso y se desconcentró, con tanta mala suerte que se enredó con la pantorrilla de su bailarín y perdió el equilibrio. Debemos decir, en honor a la verdad, que no alcanzó a caer al piso porque Simonutti la abarajó y haciendo un esfuerzo sobrehumano la sostuvo hasta que llegaron tres inspectores que consiguieron, no sin esfuerzo, hacerle recuperar la vertical.
-¡Mierda! ¡Qué dificil que es el tango, carajo! -dijo Simonutti secándose la frente con el proyecto de ordenanza del Tribunal de Cuentas.
- ¿Me equivoco o usted respira mal, don Jorge? -preguntó un recién llegado Caussi mirando fijamente al presidente del CIcae.
- ¡Y qué le parece, Mauricio, como no voy a respirar mal, usted sabe la fuerza que tuve que hacer, prefiero levantar un tanque de 300 litros!
La señora estaba despatarrada en una silla mientras Dos Santos le pasaba el parte diario. "No se preocupe señora -decía el petiso- hay cosas peores, mire a este tipo que sacaron ahogado con amoníaco del baño de la estación terminal o a este otro que lo picó una víbora que andaba entre los yuyos de la vereda. Lo suyo es descanso nomás, peor es lo que le pasa a los vecinos del barrio Este que comen milanesas con tierra y a ese tipo que se le cayó la dentadura andando por la calle General Paz con un rastrojero". El petiso siguió leyendo las noticias, que incluían un operativo gigante de los bomberos para apagar una tira de pan que se le había pasado a un panadero, la inauguración de una cancha de bochas y el descubrimiento de una maceta con una planta de marihuana.
-¡Ay, Ana, me voy, porque esto se llenó de gente! -dijo gesticulando el profesor de tango- El lunes vengo de nuevo, acordate Jorge que te quiero con pañuelo al cuello y polaynas y a vos, gordita, con medias caladas y un buen tajo en la pollera! ¡Ah, y para el lunes basta de bailar con ojotas, ponete los tacos altos, listo, besitos, chau, chau!
El tipo salió a los saltitos haciendo un saludito con la mano que "hubiera jurado", dijo después Simonutti tenía las uñas pintadas, enseguida se prendieron las luces de la sala, mientras dos miembros de la comisión de Parques Industriales del Cicae entraron a paso de procesión buscando a su Jefe. "Señor, si ya está desocupado, estamos listos para salir a hacer una visita al dueño del terreno para el parque, recuerde que está pendiente el ofrecimiento de pago en australes y en pesos ley 18188."
Los empresarios salieron casi empujando a su Presidente dejando sola a la Intendenta, quien, lentamente se recuperaba de la clase de tango. Cuando se hubo repuesto, se acomodó en su mesa de trabajo y luego de escuchar el "parte de novedades" ordenó silencio a sus colaboradores y, minetras empinaba una copita de anís, mirando fijamente a Dos Santos habló y dijo: "No se acuerde con nadie lo que ha visto esta mañana, no quiero pasar papelones, usted sabe muy bien que yo soy rockera". Del lado del tocadiscos de Rulo Bruera se escuchaban los compases del tango "yira yira".