"Los problemas importantes que tiene esta ciudad no están ni siquiera en agenda", eso decía un funcionario peronista que pidió no ser nombrado. Hace más de veinte años que no se hace una sola cuadra de pavimento y la señora Meiners no piensa, no quiere, no sabe como hacer para "zafar" del compromiso que asumió. Los esperancinos que viven en calles de tierra van a vivir en calles de tierra por mucho tiempo más. "Si seguimos eligiendo a políticos incompetentes, seguirán sin pavimento para siempre", agregan las gargantas que se mueven por los pasillos del Municipio.
¿Quién tiene la culpa? Meiners y sus amigos, seguro que no. "Esta gente fue educada para ponerse siempre al lado de un perro, por las dudas se le escapa un pedo, seguro lo culpan al perro". Ahora hasta han perdido el libreto, no saben a quien echarle la culpa. Para colmo, los concejales radicales, usados hasta el cansancio como culpables de todo, curiosamente, le aprueban los proyectos de obras que a las cansadas manda el ejecutivo municipal. "No sé para qué les aprobamos las cosas si total no las hacen" se quejaba uno de los ediles. "No cierran la plaza ni siquiera arreglan lo que está roto". Diariamente vemos y oímos por televisión comentarios sobre supuestas obras prometidas que no se van a realizar ni rezándole a San Expedito, incluso con sus respectivos presupuestos aprobados, obras que nunca serán iniciadas y otras, que empezadas por otros, fueron suspendidas o abandonadas. No obstante la gravedad de estos hechos, llama la atención el silencio del gobierno y falta de reacción de los funcionarios responsables de esta burla inferida al pueblo, sobre todo a los afectados por las mentiras y promesas políticas que en algunos casos fueron anunciadas dos veces. ¿Este silencio es signo de culpa?
El Gobierno Meiners está incurriendo en una inadmisible falta de respeto y un desprecio inconcebible hacia quienes los votaron o no, olvidando el juramento efectuado por su funcionarios al asumir sus mandatos.