"Señora, de parte del cuartel de Bomberos, le traigo este presente, en agradecimiento por el esmero y dedicación que nos ha dispensado en el asunto de las guardias nocturnas". El presidente de los bomberos se adelantó con un bloque de madera lustrada que remataba en un chorizo de bronce que al parecer era una manguera.

-¿Y esto que es? -Dijo la Intendenta mientras se acomodaba los lentes.
- Es un modesto regalo, un recordatorio que certifica nuestro humilde reconocimiento por todo lo que usted ha hecho por los bomberos voluntarios...
-¿Y que es lo que hice yo por los bomberos voluntarios, si se puede saber..?
- Bueno, mandó al Concejo el proyecto para que la gente nos arrime dos pesos cincuenta por cabeza y así pagar los sueldos de los camaradas que vigilarán la ciudad durante la noche... -dijo el Presidente haciendo una discreta reverencia y entornando los ojos. 
- ¿Yo hice eso? ¿Y por qué quieren cobrar si son voluntarios? -dijo la señora mientras sacaba un abanico para abanicarse el escote, porque hacía calor.
- Bueno, señora, voluntarios, voluntarios, es un decir, los muchachos tienen que comer....
- ¿Y yo soy la que tiene que pagar el guiso de los muchachos?
- En realidad usted no señora -dijo con celeridad el tesorero Gómez que estaba escuchando- los que pagan en definitiva son los contribuyentes...
- ¡Ah! ¡Perfecto! ¿Entonces para qué me trae a mí este mamotreto? -dijo la Jefa señalando la manguera.
- Se lo damos a usted porque representa a todos los vecinos que van a colaborar con los dos pesos cincuenta.
- Cuando estaba Maestro, el fundador, apagaba lo que podía. Tenía una sola canilla en el cuartel y una manguera que llegaba para los incendios del barrio. Y ahora ustedes quieren apagar los incendios de noche. La noche se hizo para dormir. 

La señora, resolló con violencia,  tomó el presente y ordenó a su edecán lo deje sobre una repisa donde había una cacerola que decía "fiesta de la bañacauda", un frasco de porotos de la fiesta del poroto y una maqueta del monumento del bicentenario. Enseguida se sacó el trajecito blanco que llevaba puesto y lo reemplazó por un batón floreado. Todo en presencia del Presidente de los Bomberos que había cerrado prudentemente los ojos. Ya sentada en su trono la señora revoleó los zapatos taco "chupete" y levantó los pies para que su secretario le coloque las ojotas. "Señora, dijo un petiso de bigotes, necesito que se acomode con el fulano de los bomberos para sacarle la foto".

-¡Ahora me lo dice, ahora que me saqué la ropa especial para las audiencias, oiga, tan necesaria es la foto!
- Señora -dijo el petiso poniendo rodilla en tierra-la orden es: "una audiencia una foto".
- Está bien, tráiganló al viejo...
-¿A cual viejo...? -preguntaron los edecanes porque el salón estaba lleno de viejos.
- Al bombero voluntario.

Se acomodó la pareja sosteniendo el presente con la manguera y el petiso, que respondía al apelativo de Dos Santos, hizo un primer plano del duo tratando de que no se note el batón de la alcaldesa. "Ya está" dijo el tipo y se fue corriendo.
"¿Adonde va -preguntó la Intendenta- a revelar la foto'?".  "No señora, el compañero Dos Santos, quiere salir con urgencia del edificio, tiene miedo que los empleados municipales en paro le digan "carnero".

El Presidente de los bomberos se retiró luego que uno de los secretarios le entregara una carpeta con las conclusiones tomadas durante la audiencia con su majestad la alcaldesa de la Suiza de las Pampas. Cuando salió del recinto, dos bomberos con casco, manguera y hachita lo estaban esperando para escoltarlo. "Todo salió a la perfección, dijo el tipo entre dientes, el año que viene, pedimos dos pesos más para comprar una manguera más larga y así llegar a los incendios que están lejos del cuartel".