AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 10

Número: 457

LA NOVELA MUNICIPAL. HOY: "RIPIO".

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Sobre la mesa de trabajo de la gran señora, ante la mirada atenta de todo el gabinete, había una maqueta que reproducía una calle de la ciudad. La calle en cuestión tenía un precario cordón hecho de "carta pesta" y unos arbolitos recortados y pegados sobre cartón.
-Señores -dijo el arquitecto Blangini, ceremonial, impostando la voz- he aquí una representación fiel de la obra que hemos "recalculado" con la señora alcaldesa y su tenedor de libros, el jóven Gomez. 
Cuando Blangini señaló la maqueta uno de los árboles de cartón se tambaleó y quedó acostado sobre la vereda. "¡Apaguen el ventilador de inmediato"! gritó el arquitecto molesto mientras volvía a forestar la calle. "Arquitecto, cumplo en informarle que el ventilador está apagado" saltó el morochito compadrón que hace las veces de Secretario de Gobierno, quién se encontraba a cargo, en el día de la fecha, del cotillón del encuentro.
-¡Entonces hay uno que está resollando fuerte, porque es imposible que se caigan los árboles, señores! -se quejó Oreste mirando fijamente a Robledo que en ese momento se sonaba la nariz- ¿Creen que así se puede trabajar, piensan ustedes que se puede avanzar en una obra tan importante como esta sin la colaboración de todos? ¡Por favor compañeros, un poco de juicio!
La queja doliente del Arquitecto produjo su efecto. Todos contuvieron la respiración mirando fijamente la maqueta. Nada se movió. Solo se escuchó entre dientes la voz de Vega que decía "compañeros son los huevos". El cordón cuneta de cartón (a decir verdad un poco torcido) ahí estaba duro como rulo de estatua, los arbolitos firmes, un mástil hecho con un escarbadientes con una banderita argentina y un buzón colorado que le daba color al asunto, objeto que hizo que la señora preguntara si  "pensaban echar ripio a la esquina del bar de Lorenzón".
Es Secretrio de Obras Públicas un poco molesto por la falta de respeto de los presentes estiró la mano en dirección a uno de sus ayudantes. Dispuesto a acelerar la ceremonia de presentación de la obra "ripio con cordón cuneta",  el negro Blangini, hizo una seña a un empleado para que éste le depositara en la mano derecha un frasco conteniendo porotos,  el arquitecto recibió el recipiente y lo extendió de inmediato en dirección a la señora Intendenta.  Sorprendida la primera dama mirando primero a Blangini y enseguida a todo su gabinete preguntó "si el recipiente tenía algún significado que ella ignoraba...".
-Es para que usted, señora, me haga el honor de echar el contenido del frasco en la maqueta de la calle.
- ¿Tengo que tirar los porotos en la calle que hizo usted...?
- Bueno, en realidad, los porotos reprentan el ripio, señora...
- ¿Le parece, señor Blangini, que estos porotos blancos, más apropiados para lupines que para otra cosa, son un buen sustituto del ripio?
- Señora, intentamos conseguir maíz pisingallo, pero la cocinera me informó que no había en la despensa del municipio, que se agotó con la provista de pororó que usted se llevó para ver la película de Darín en el parque. .
La señora destapó el frasco y arrojó los porotos hacia la calle de cartón con un gesto despectivo. Cuando hubo caído el último grano en la maqueta,  la banda municipal arrancó con la chacarera de Rodolfo Zapata "La gorda", los secretarios aplaudieron y de inmediato se ordenó la entrada de los mozos dando inicio al refrigerio preparado para el día de la bandera.  ¡Viva la Patria! gritó el secretrio Vega mientras juntaba unos porotos. "Para el truco" le dijo a Gómez que lo miraba.
 
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