Dicen que cuando Caponino (nuestro Zorro de las Pampas e Intendente esperancino) se embarcó para Barcelona, llevaba un encargo del gran investigador y naturalista Martín De La Peña quién le pidió encarecidamente que lleve un pollito enano de una especie muy rara a un amigo propio del pajarero, residente en España. Al abordar Caponino el avión, la azafata lo carpeteó y le dijo "que cuidadito, que ojito, guarda che..." o sea que en suma no podia llevarlo, pero el gran Batman del Salado se había encariñado de tal manera con el animalito que ya estaba para cualquier cosa,  además, no quería fallarle a Martín "pajarrito" De La Peña, asi que se fue al baño, escondió al pollito pichai  en sus calzoncillos y subió al avión. Nino el Grande ya arriba, se sentó junto a una monja y se quedó profundamente dormido. La monja sintió -ya volando sobre el Atlántico-, un "pio, pio, pio" y viendo al pollito asomando por la bragueta de nuestro gran jefe, le miró asombrada (¿La bragueta, la farmacia, el boliche...?) y clavando la vista, ahora sí, en el pollito enano, con una mirada dulce (y hasta mística) mientras el susodicho plumífero cantaba su sonoro  "pio,pio,pio" , despertó de inmediato a nuestro Lord Mayor, (¡Oh intocable capo de los trigales!), que roncaba a pata suelta y le dijo con religioso respeto: 
-"Señor,  disculpe, pero se le está asomando ahí lo que parece ser un polluelo si no me equivoco..."
-¡Oh, sí, -reaccionó sobresaltado el gran Capo esperanto- gracias hermanita, disculpe usted, pero sucede que soy Intendente de una ciudad donde me rompen con tanto talento y persistencia los huevos que cada tanto me suceden estas cosas...!