"Señora, con su permiso, vengo a informarle que ya están listos los disfraces para que todo el gabinete participe en las próximas carnestolendas".
Eso dijo uno de los edecanes, un petizo de bigote tupido y unos kilos de más, presentándose en el despacho de la primera dama con un un pomo en una mano y una bolsita de papel picado en la otra.
"Cumplo en llevar a conocimiento de su majestad, que el modisto se encuentra en el salón contiguo esperando para realizar la primera prueba y ansioso para que usted asigne el vestuario correspondiente a sus colaboradores."
-¿El modisto? ¿Y quién es el modisto? -preguntó la señora mientras mojaba una masita vainilla en el café con leche.
-El modisto es el señor Leonardi que dice que está aquí desde temprano y que está apurado, que si no van a probarse hoy que deberán pasar mañana por la sastrería.
- ¿Y quién falta?
- Usted señora, el resto está presente y listo para la prueba.
La Intendenta apuró el café con leche y alzó el paquete de "vainilla",  se secó los pies que descansaban en una palangana con salmuera y se puso los zapatos de taco alto "que afinan la silueta" para encarar con paso de murga la puerta del salón de los tejemanejes.  En el otro salón, formados como colimbas que van a jurar la bandera estaban todos y cada uno de sus colaboradores, en un rincón el modisto Leonardi frente a un perchero de tienda sonreía satisfecho mirando de reojo los disfraces colorinches de su autoría.
-¡Bueno! ¡Des-canso! -ordenó la alcaldesa- A ver que tenemos acá.
- Señora -dijo respetuoso Leonardi- en primer lugar debo decirle que, dado el tiempo escaso con que contamos y situación financiera del municipio de público conocimiento, en la sastrería hemos decidido que los miembros del honorable gabinete deberán constituir todos ellos una "murga", o sea, irán vestidos todos iguales con bombachudo azul, peluca amarilla y maquillados igualitos....
- ¿Todos iguales, le parece?
-Claro que usted será la única que se distinga, para usted hemos confeccionado un traje especial, acorde a su investidura y a las tareas de gobierno que el pueblo le ha encomendado.
El modisto buscó en el perchero y al rato sacó un traje de oso color blanco con un collar colorado, cabeza de oso y un cierre relámpago adelante que iba desde la entrepierna hasta el cogote.
- ¡Este es el modelito que la sastrería ha elaborado para usted, su excelencia!
- Oiga, está loco, de oso, con el calor que hace...
-De oso no, señora, de osa querrá decir... -dijo el modisto algo ofendido.
Hubo una carcajada que vino del grupo de funcionarios. La señora se dio vuelta y volvió a mandar "¡Fir-mes!",  acto seguido agarró el perchero que tenía rueditas y lo empujó con fuerza al medio del salón gritando que "el traje de osa se lo ponga Fascendini" entonces Blangini para parar la bronca se ofreció a ponérselo él para que la señora evalúe in situ si era acorde o no a su investidura, pero la Intendenta ya había dicho "la puta que los parió a todos" y se había ido.
- No hago más nada. -dijo Leonardi. mientras salía arrastrando el perchero como si fuera un carrito.