La ciudad de Esperanza tuvo caras difíciles en lo que va de su historia, claro que todo se supera con el tiempo. Hoy no tenemos que envidiar a nadie y casi podría decirse que nos hemos superado a nosotros mismos. ¿Quién podría extrañar aquellas caras históricas que engalanan las paredes de nuestro municipio cuando hoy en día contamos con próceres que llevan en sus rostros la marca indeleble del funcionario de raza?
Cinco mil lotes, la justificación legal de la tasa trucha, la auditoría más cara de todos los tiempos, participaciones televisivas donde se dice a boca de jarro que se van a hacer obras monumentales sin hacerlas nunca. ¿Dónde encontraremos ejemplares semejantes que tengan tal dominio de los gestos, sin una mueca, sin una seña, sin una lágrima?
Es cierto que "nadie es profeta en su tierra" y, a esta cara en particular, muchos la han denigrado y criticado sin razón, tal vez intentando romper su absoluta petrificación, claro que sin éxito, más crítica, mayor dureza. ¡Extraordinario!  Que los pueblos del departamento tomen ejemplo y se mueran de envidia.