AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 10

Número: 444

LA NOVELA MUNICIPAL: DESNUDO EN LOS BALCONES.

"La señora se ha demorado porque la ruta a Villa Roda es un infierno, con este asunto del recambio de quincena los esperancinos están como locos, además a la altura de las ladrillerías hay una protesta de los vecinos del barrio Norte exigiendo la entrega de barbijos para protegerse del olor a podrido."

El vocero oficial, Dos Santos, había dejado el salvavidas con forma de pato Donald a un costado y, correctamente ataviado con bermudas floreadas, musculosa negra, anteojos para sol y ojotas, sonreía imaginando su inminente traslado con camioneta oficial al balneario municipal donde disfrutaría de sus vacaciones.

"Estamos esperando la llegada de la Intendenta con su comitiva. Cuando lleguen y se hagan cargo del Municipio, nosotros partiremos hacia la Villa para arrancar con nuestro descanso según nos ha correspondido por sorteo".

Sentados en un rincón del salón blanco de la gran casa de gobierno, estaban, el tesorero Gomez, el negro Blangini y la señora Robledo, quienes habían desplegado unos coloridos sillones y, salvo la secretaria de cultura que lucía una salida de baño de toalla, el resto estaba en bermudas a cual más larga y pintoresca.

-Usted Alejandro -le decía Blangini a Gómez- tendría que aprovechar y embardunarse un poco con pantalla solar, porque, la verdad, lo veo un poco blanquito...
- Haga usted lo que tenga que hacer, señor, soy bastante grande como para saber si tengo que ponerme crema o no tengo que ponerme crema. ¿O acaso se la está tirando de negro...?
- Yo no me la estoy tirando de negro, soy negro... -dijo Bangini mientras controlaba el hielo de la conservadora.

Más allá la secretaria Robledo se paseaba impaciente por la sala y miraba de vez en cuando por los balcones. Cada vez que se asomaba se escuchaban gritos y hurras que venían desde abajo. "¡A ver, a ver, como mueve la colita...!" y otras groserías le gritaban desde la calle.

-¡Ay, esta gente del corralón, no tendrá otra cosa que hacer...! -se quejaba la secretaria girando visiblemente contrariada hacia su pares que la observaban con indiferencia.
- Están en receso -dijo Gomez con cara de asco- se entretienen como pueden, están haciendo tiempo. Lo que podría hacer usted es alejarse lo más que pueda de la ventana.
- ¡Por favor, no sea grosero, estoy mirando para ver si llegra la señora Intendenta! -dijo la dama mientras se asomaba de nuevo y volvían a escucharse los gritos de abajo.

"¡Falcioni, Falcioni!" atronaban la hinchada que por el ruido parecía haberse incrementado en número y entusiasmo. "¿Por qué le gritan Falcioni?" preguntó Blangini estirándole un mate a Gómez. "Dicen que es parecida al director técnico de Boca" contestó el otro rechazando el mate.

La secretaria de Cultura se había sacado la salida de baño de toalla dejando ver a los presentes una bikini a lunares rojos y blancos, bastante diminuta para lo que uno espera de una funcionaria municipal.

-¿Oiga, señora, no me diga que va a salir al balcón así...? -se escandalizó Dos Santos que justo retornaba al salón...
- Desde abajo me piden, no quiero defraudar, además me prometieron que si "doy la vueltita" se van con la música a otra parte...

Gómez y Blangini se levantaron y caminaron lentamente hacia uno de los barandales, demás está decir que cuando los de abajo los vieron le gritaron cosas como: "Queremos comer", "Devuelvan la guita", "Atorrantes" y otros insultos irreproducibles. Sin embargo, un silencio total se hizo de pronto y las cabezas de la barra brava giraron en dirección a la ventana donde la secretaria de cultura se había asomado. "¿Qué hace?" preguntó Gómez mirando al costado donde la mujer hacía unas morisquetas sensuales. "Baila" dijo Blangini haciendo la seña del as de espadas.

"¡Qué mueva la colita!" "¡Qué mueva la colita!"  atronaba la tropa de municipales saltando y haciendo la "V" de la victoria peronista.

"¡Venía Falcioni, vení con los muchachos!" "¡Vení Falcioni te vas a divertir...!" coreaba la patota entre risas y corcoveos, mientras hacían correr una cajita de "Toro" de lado a lado.

-Esto no me gusta nada -dijo Dos Santos apuntando con la cámara de fotos hacia la multitud- se está agregando gente...

"¡Que la dejen que se saque todo, todo, todo, todo...!",  Vociferaba la horda sudorosa viendo que la secretaria amagaba con rebolear el corpiño.

- ¿No tendríamos que llamar a la policía? -preguntó a los otros el tesorero Gomez visiblemente preocupado.
- ¡Al 107 tendríamos que llamar! -retrucó Blangini asomado al balcón con los ojos fuera de las órbitas al ver que la secretaria hacía la mímica de "sacarse la malla y arrojarla a los leones..."

Lo que sucedió a continuación responde a la lógica tremenda con que nuestros funcionarios resuelven las urgencias: Dos Santos, Gomez y Blangini, se reunieron en la mitad del salón, se miraron con cierta complicidad, respiraron hondo y a la cuenta de tres se abalanzaron sobre la secretaria de cultura sacándola del balcón como si la rescataran de un incendio. La cubrieron con la salida de baño y le hicieron tragar de prepo un lexotanil. Dos Santos se ocupó de cerrar con urgencia las ventanas y, mientras corría las cortinas, como quien deja caer el telón sobre una tragedia, dijo solemne, haciendo gala de un pésimo italiano: "¡Estos cabecitas negras, lo complicanno tutto!".
 
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