Un grave suceso conmovió en la madrugada de hoy a los pacíficos vecinos del barrio Oeste. Un terrible crimen que involucra a una conocida familia de nuestro medio sacudió al domicilio de Juan José Passo y Lehmann.

El protagonista de tan lamentable suceso es uno de los hijos del doctor Miguel Noroña, conocido profesional de nuestro medio, que se desempeña como médico de la policía local. Javier Noroña (37), hijo mayor del citado profesional, al parecer, no pudo superar la separación de su esposa y luego de varias incursiones (la mayoría de ellas violentas) terminó asesinando a la mujer y a su ocasional compañero (quién también pertenecería a una conocida familia esperancina).

En horas de la noche, el esposo despechado, ingresó al domicilio de la calle Lehmann por los fondos trepando un tapial y alertando a los vecinos que, según versiones, le habrían realizado un disparo de advertencia, creyendo que se trataba de un  ladrón. Sin embargo nada detuvo al matador que continuó su tenebroso camino hasta encontrarse primero con el acompañante de su ex-esposa y luego con la mujer, a quienes ejecutó haciendo caso omiso a los gritos de las víctimas. Consumado el hecho, el victimario, escapó corriendo por la calle Lehmann en dirección Oeste, en su carrera se encontró con la policía, despistó a la misma con pretextos y -segun versiones-se hizo acompañar a casa de sus padres cuyo domicilio se encuentra a pocas cuadras del escenario de la tragedia.  Luego, ya alertada la policía por los vecinos, Noroña fue detenido.

La conmoción que causó el hecho todavía repercute en la ciudad que no sale de su asombro a medida que va tomando conocimiento de la violencia con que el homicida provocó el drama. Las consecuencias son lamentables, el joven que se encontraba con la ex-mujer de Javier Noroña falleció en el acto. En cuanto a la mujer, fue trasladada a Santa Fe, donde, según se sabe, también habría fallecido. 

Novedades de último momento:

El jóven fallecido sería Guillermo Munarriz (30) y mantenía una amistad con la esposa de Noroña. Munarriz y la ex conyuge del agresor se encontraban conversando en el patio de la vivienda de J. Passo y Lehmann cuando el violento suceso se desencadenó. Llama la atención la alevosía con que el asesino actuó ya que los fallecidos tienen varios disparos. Testigos que presenciaron los movimientos de Noroña fueron los que instruyeron a la policía indicando señalando al autor del hecho, ya que el homicida, cuando llegaron los uniformados solo dijo que estaba "inspeccionando el lugar ya que le habìa parecido ver a un sospechoso", a tal punto trató de eludir el accionar de la autoridad que en principio no se hizo cargo y hasta se hizo acompañar al domicilio de sus padres donde vive actualmente y se encuentra a pocas cuadras del escenario del crimen. 

No estaban en el dormitorio

El joven Munarriz (y para hacerle honor a la verdad) era solo un buen amigo de la ex mujer de Noroña. Había retornado recientemente de la ciudad de Rafaela donde trabajaba en un supermercado y conoció a Viviana Eberhardt (38) a través de su hermana. El muchacho se encontró, entonces, en el momento y en el lugar equivocado, en el instante que -tal vez su destino- había signado para el drama, del cual solo era un protagonista secundario. Otra cosa es lo que pudo haber interpretado el obnubilado matador que supuso, tal vez, otra cosa, y en su furia homicida no preguntó nada ni tuvo piedad. Los motivos que desencadenaron semejante tragedia son y serán un misterio. El hecho es que un individuo, educado en las escuelas de nuestro medio, perteneciente a una familia con todos los requisitos de la normalidad, no un descastado, no un marginal, un sujeto común, fue el responsable de un hecho irreparable. No hay justicia ni habrá condena que mitigue el sufrimiento de la familia de las víctimas, entre las cuales se encuentran los pequeños hijos del mismo homicida.