AÑO 18

NUMERO 61629

Opinión

Año: 1

Número: 34

La política y la convivencia. (Edgardo Ferrero)

Ahora que entramos en los enmarañados tiempos de las ambiciones políticas, ambiciones y conductas que conocemos muy bien, tal vez sea bueno advertir sobre los peligros que encierran algunos actos de marcada ferocidad hacia las personas que por el solo hecho de pertenecer a un partido distinto al nuestro parecieran convertirse en la representación del mismo mandinga y toda su corte de satanes todos juntos amontonados.

La política no puede ser, por su carácter de ciencia coherentemente civil, bandería. Los bandos políticos, serán tales, cuando se reconozcan inteligentemente como hermanos de una sola familia bajo un solo cielo.  Cuando los bandos aceptan banderías enemigas y no sirven a una sola bandera o no tienen un punto de coincidencia profundo, lo único que consiguen es la destrucción de la política y con ello la división absurda de la comunidad. Vemos como algunos hombres políticos cometen el error de la sobre valoración personal y surgiendo de una realidad y conciencia civil que deben representar, terminan por representarse exclusivamente a sí mismos, haciéndose el centro creativo de la legalidad del derecho, del orden, de las valencias y de las propiedades civiles, sin obligarse por ello ni a la legalidad, ni al respeto, ni a la asistencia ni a los deberes.  Este error en la exaltación de lo político lleva a trabajar para el culto del individuo en lugar de trabajar para el "ahora" del pueblo y conduce al fracaso.

Muchas veces en esta querida ciudad caemos en el viejo error del árbol y el bosque. Y vemos en nuestros vecinos terribles amenazas por el solo hecho de su pertenencia a otro partido político. ¿Para quién es la amenaza? ¿Será para la ciudad como unidad de destino o solo para nosotros como individuos? ¿Nuestros ataques procuran la preservación de la comunidad o la defensa de nuestro privilegio individual? A los representantes del pueblo no les está permitido pensar más que en el derecho de otros muchos iguales y equivalentes a él y procurar la realización del "ahora" comunitario. Eso, por supuesto para los que se tomen la política en serio respetando la inteligencia mutua de más de dos individuos que aceptan normas comunes de vida igual, principios que no abundan en las cortes actuales. Pero como resulta que nosotros estamos a tiempo y en condiciones de perfeccionar nuestras conductas, deberíamos pensar en luchar por una política armónica que no solo brinde bienestar a los que están en el llano sino que pueda conseguir algo de honor y prestigio a los conductores. Hay hombres que padecen el rigor del látigo por el solo hecho de pertenecer a un sector altamente devaluado. No creo que vivir con la sensación de condena que la gente común reserva a sus políticos sea del agrado de estos ciudadanos que hoy participan (accidentalmente o vocacionalmente) de esta vieja y noble ciencia.

Tal vez el hecho de empezar por una convivencia inteligente con el adversario, sea un buen punto de arranque para recuperar los laureles. Si no se puede, porque esta visto que hay posiciones irreconciliables basadas en la duda, en la conspiración y en la falta de fe en las palabras del otro, bueno, que se intente con los que sí se puede. Hemos visto también  como algunos fracasos tienen conexión directa con el desprestigio de la clase política, la gente piensa que cualquier acercamiento es una "trenza", cualquier alianza un contubernio y cualquier charla un "arreglo", esos oscuros pensamientos que parecen surgir del mismo núcleo del pueblo, tienen origen en algunos grupos que manejan la chismografía como arma política y usan métodos un tanto desleales, como el ocultamiento de la información y hasta muchas veces se aprovechan de la ignorancia y abulia de la mayoría.

Esos métodos en la Argentina, es cierto, vienen de muy lejos casi remiten a los inicios del Virreinato del Río de la Plata, pero, antiguos o no, siempre atentaron contra la convivencia y muchas veces fueron la causa de la destrucción de la verdadera Política y con ello el desmembramiento de la Patria.

Este es un año complicado. La lucha política no debe atentar contra la unidad comunitaria. Nosotros somos aves de paso. La ciudad es permanente.  Bajemos un poco la guardia, hagamos algo y tal vez logremos hacer un poco más agradable la vida en común.
 
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