AÑO 18

NUMERO 61629

Novela

Año: 6

Número: 391

LA NOVELA DE MAMA JUNIORS: HOY: ESPERANDO A LOS RADICALES.

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El gran salón de los tejemanejes estaba decorado por el caballero Defino, decorador oficial del reino.  Exultante de serpentinas, globos y guirnaldas rodeando las fotos de la alcaldesa y el señor doctor Gabriel Chapatín quien tiraba besitos a todos los que se arrimaban a los festejos.

El abogado lucía un sueter a rombos colorados, azules y amarillos que semejaba la camiseta de San Lorenzo y estaba feliz, por momentos daba saltitos y escupía papel picado que le tiraban las empleadas contaduría. Un Presidente de una vecinal que había llegado con un talonario de rifas para intentar vender alguna, se asomó a la puerta y preguntó a un morochazo que estaba chupando mate en la entrada "de qué se trataba el jolgorio" recibiendo como contestación que al parecer estaban esperando a los concejales radicales para una reuníón de hermandad y compromiso. Entonces el hombre puso primera y desapareció por las escaleras.

De pronto se escucharon tres golpes de bastón y se abrieron las puertas que comunicaban con el despacho de la gran señora- Un inspector tocó pito llamando a silencio y en medio de una nube de humo amarillo y azul apareció la Intendenta.

-¡Compañeros, ha llegado su Graciosa Majestad, la reina de las colectividades y la caña con ruda, la despampanante Ana María de los Angeles del Cocco, Mamá Juniors para los amigos, dueña y señora de los sufragios desde la facultad hasta Pujato y desde las defensas del Sur hasta la Orilla!

El locutor presentador Eduardo Marnicho se secó la comisura de los labios y desplegó una sonricita sarcástica, dando paso a la señora que apareció en medio de la humareda vestida con un tapado blanco brilloso abotonado hasta el cuello.

- ¡Una heladera! -susurró uno de los presentes al oído del fotógrafo Dos Santos que se desesperaba por apartar la neblina.

La señora hizo los ojos chiquitos para acostumbrarse al humo y avanzó apoyándose en dos de sus asistentes. Cuando llegó al descampado se hizo desabrochar el tapado porque "me va chico" dijo y encaró en dirección a su sillón de mando. Ni bien la primera dama acomodó su retaguardia en el trono, apartó dos o tres globos que le molestaban y lanzando una serpentina hacia el centro del salón gritó: "¡Viva la Patria, carajo!" espichó un trago de licor de huevo que traía en una botellita que sacó del bolsillo y se acurrucó para dormir.

-¿Qué hacemos? La señora se durmió. -dijo a la concurrencia uno de los empleados con la boca llena de sánguches de miga.

Con lo que parecía ser un acto reflejo, la reina rubia, levantó la redonda mollera y tapado el rostro por un mechón rebelde, hizo girar una matraca y dio la orden de continuar con los festejos, enseguida estrelló la frente contra el escritorio y volvió a roncar.

-¡Ah, si vienen los radicales, despiértenme! -alcanzó a decir entre ronquidos y soplidos antes de clavar las guampas.

Sepa el pueblo comprender el esfuerzo que significa la gestión de gobierno, la alcaldesa, cansada como un perro, llegaba de ejercer la representación de su pueblo por cuanto banquete e inauguración había por ahí. ¿Cómo no rendirse al cansancio? ¿Cómo no retozar, cómo no roncar, cómo no caer en los brazos de los dioses del sueño? Por supuesto, los desagradecidos radicales nunca llegaron, tal vez suponían que harían el ridículo en medio de los gritos, las serpentinas, los globos y el papel picado. Dicen los madrugadores que al amanecer uno de los globos con la imagen sonriente del doctor Gabriel, hacía piquito con su boquita corazón y se perdía más allá de las torres de la Iglesia de la Natividad.
 
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