Todavía con una serpentina enredada en la cabellera rubia, un globo sobre el escritorio y una matraca junto al florero, la gran dama de Las Colonias, en ojotas y escupiendo un poco de papel picado que le quedara de la noche triunfal, se disponía a ocuparse de los asuntos del día.

El clima de jolgorio era contagioso, el edecán Dos Santos tenía una vincha azul y blanca, una remera negra con flecos amarillos y zapatos de tony; hasta el señor doctor Gabriel Chapatín, reacio a la sonrisa, se reía de vez en cuando, mientras tocaba pito, sostenía un copo de nieve en la mano izquierda y levantaba el brazo derecho haciendo la "V" de la victoria.

En medio de la algarabía fueron a abrirse los portalones y dos miembros de la banda municipal tocaron las trompetas dando paso a tres de los miembros de la craneoteca justicialista que respondían a los apellidos Miquere, Schmuth, Húbeli y Baravalle, quienes entraron a paso de procesión y al llegar al pie del trono se arrojaron al piso en señal de respeto y obediencia.

- ¡A sus pies gran señora! -dijo desde el suelo uno de los compañeros.
-¡Califa Miquere, a que se debe el honor de su visita! - exclamó feliz la alcaldesa mientras se pintaba apresuradamente los labios y hacía chasquidos con la boca con la intención de emparejar la pintura.

A todo esto los festejos se habían aplacado un poco. Los presentes interesados por el diálogo de la señora con los visitantes habían suspendido el "tun" "tun" del bombo y el Secretario de Gobierno había dejado de zapatear.

-¡Gran señora! -continuó uno de los recién llegados- Venimos en representación del partido peronista a solicitar de su graciosa majestad una renovación del elenco de sus colaboradores!

Las palabras sonaron a muerto en el gran salón. Se escuchó de fondo un redoble de tambores. El doctor Chapatín abrió los ojos como el dos de oro y se metió de un solo saque el copo de nieve en su boquita corazón.

- ¡Qué es esto! ¡A qué responde esta demanda! -se quejó la señora que había levantado una ojota con su mano derecha y amenzaba con arrojarla en dirección a la comitiva- ¡Qué tienen ustedes contra mis colaboradores! ¡Quiero los nombres de quienes me están pidiendo la cabeza!

- ¡Todos! ¡CIRUGÍA MAYOR, SEÑORA! -gritó con los ojos encendidos uno de los visitantes que respondía al apelativo de "cascarudo".

Los colaboradores de la señora se sobresaltaron y algunos se agarraron las verijas en un gesto obsceno pero clásico para espantar demonios. Unos morochos que están encargados de los asados oficiales se envolvieron la campera en el brazo con evidente intención de encarar a los extraños.

-¡Momento compañeros! -ordenó MamaJuniors parando la mano y llamando a sosiego a las bases- ¡Ustedes deben recordar que ya le dimos el raje a Bertero, Cueva, Schmith, Castoldi y Magliano entre otros! ¿Si eso no es suficiente, digan ustedes de qué se trata?

- ¡Exigimos que saque de inmediato a todos los que hasta hoy han teñido su gestión de fracaso, mediocridad y traición a la Patria Justa Libre y Soberana!

- ¿Y a quién pongo? - preguntó la alcaldesa golpeando las ojotas para pedir silencio a los otros.

- A nosotros, señora... - susurró tímidamente el secretario general del Sindicato de Comercio mirando de reojo a la patota de cortesanos, empleados y colaboradores de la Gran Dama que, ahora,  en gran número, rodeaba a los visitantes con negras intenciones.

El señor Doctor Gabriel Chapatín estaba parado en una silla y, portaba una tijera de podar que le había cedido uno de los jardineros peronistas, quien llegara hasta el salón alertado por los gritos. El fotógrafo Dos Santos tenía con cortapapel en el cinto y la secretaria Robledo había traído unas boleadoras del museo de la Colonización.

-¡Juicio señores, atención compañeros! - gritó a boca de jarro Ana del Cocco golpeando las ojotas- ¿Qué es esto, una guerra? ¿Y la unidad del movimiento peronista? ¿Dónde ha quedado aquello de "primero la Patria, segundo el Moviemiento y tercero los hombres...?

El cocinero oficial pensó que la señora se refería a la receta de la "brochette" y le dijo al oído a uno de los inspectores de calle: "con todo respeto, eso no es así, es primero el pollo, segundo el morrón, tercero la cebolla..."

- Compañeros, dadas las circunstancias, no puedo complacerlos con su pedido, en realidad, lo único que puedo hacer por ustedes es conseguirles un lugarcito en el Municipio para algun pariente...

Se hizo un silecio total en el salón de los tejimanejes. los líderes justicialistas, pusieron cara de estar pensando, luego de estar dudando y enseguida se adelantó el turco que primero habló y dirigiendose a la gran señora dijo:

- Yo tengo un hijo que es perito mercantil.
- Entra -asintió la señora.
- Yo tengo un nieto que es testigo de Jehová - informó Schmuth-
- ¡Adentro mi alma! -respondió la Jefa del Palacio.

De los otros dos dirigentes, resultó que uno tenía un cuñado que era cortador de ladrillos y el último un sobrino vendedor de peines, peinetas, profilacticos y viagra.

- Gracias señora -dijeron a coro los cuatro.

Demás está decir que todos los deseos fueron complacidos y que los visitantes se incorporaron a la fiesta saltando, arrojando serpentinas y haciendo sonar las matracas con todos los demás.