En verdad, un ejército de maquilladores y modistos pertenecientes a los equipos de teatro del grupo "Luz Mala"  trabajaban en un rincón del salón de los tejemanejes, tratando de convertir el rostro siniestro del señor doctor Gabriel Chapatín en un ciudadano apacible e inofensivo, según la orden emanada de la ilustre jefatura de campaña. La tarea, nada sencilla, debía terminarse con urgencia, para antes del inicio de la promoción de la señora alcaldesa, como Primera Dama por segundo mandato.

En el medio del salón Ana María de los Angeles del Cocco empinaba una cerveza a pico con la mano derecha, mientras que con la izquierda sostenía una bolsa con papas fritas. De cuando en cuando, dejaba la botella para que la sostenga alguno de sus colaboradores, se llenaba al tope la boca con papas y enseguida arrancaba la birra de la mano del otro y le daba sin asco al líquido elemento.

-¡Señora, plis, afloje con la chupa, que no quiero que se empache antes del comicio! -le gritó desde la otra punta un "compañero" cuyo oficio es el de asador de pollos, cuando no elaboración de busekas y locros.

Como toda respuesta la señora volvió a engullir un puñado de sólido para bajarlo urgentemente con un trago generoso de cerveza, mirando en forma desafiante al que había gritado cubierta la boca con bigotes de espuma.

- ¡Díganle al croto aquél que yo hago lo que quiero, tomo lo que quiero y me empacho si quiero, que joder...! ¡Y usted, señor edecán, tráigame un sánguche de mortadela de inmediato!

- Señora, le recuerdo, que su dietista, la señora Ada, le tiene prohibido pasarse con la mortadela, sabe muy bien, majestad, que todos temen que quede Usted más "ancha" en la realidad que en las fotos de campaña y que después los votantes no la reconozcan y voten a Grenón en lugar suyo ...

-¡Para empezar Grenón tiene bigote, y no se retobe, corra a buscar lo que le pedí...! -ordenó la Intendenta mientras se limpiaba la espuma de la comisura de los labios.

Mientras tanto los maquilladores habían avanzado en la caracterización del señor doctor Gabriel Chapatín. El abogado ya estaba teñido de rubio, la boquita pintada en forma de corazón, los cachetes con rubor y un rulito color oro le coronaba la ancha frente.

- Señora -preguntó de pronto un mozo con pantalón ajustado y una polvera en la mano- tenemos una duda y si usted es tan amable podría, tal vez, darnos una opinión, por favor...

La alcaldesa, dejó el sánguche mordido en la mano de un ayudante, se limpió las manos contra sus asentaderas y encaró para el rincón donde estaban acicalando al leguleyo, asesor y "mente que trabaja en las sombras".

- Acá estoy, señoras y señores. -recitó Ana del Cocco algo sorprendida por el aspecto del abogado- ¿En qué puedo ayudar?

-Señora -dijo una pedicura mientras le cortaba las uñas de los pies a Chapatín- los vestuaristas dudan entre vestir al señor doctor con una remera negra con escote o con una blusa abullonada color amarillo patito.

La señora alcaldesa miró al abogado mientras llamaba a su edecán para que le trajera el sanguche de mortadela. Dio una vuelta alrededor de los presentes, observando con interés la escena, le metió un mordisco generoso al "familiar", enseguida lo bajó con un trago de cerveza y, ante el silencio respetuoso de los creadores de imagen, habló y dijo:

- Me gusta la blusa abullonada amarillo patito porque le hace juego con el rulo. 

En absoluto silencio todos los maquilladores y vestuaristas volvieron a sus afiebradas tareas. Una uña del pie zurdo del doctor Chapatín se le clavó en el ojo al candidato Bechio que observaba pacíficamente la metamorfosis del abogado. Este suceso alteró un poco la tranquilidad del salón, por lo demás, cuando la ambulancia se llevó al "abierto" Bechio (no sin antes intentar extraerle la uña con una tenaza), todo volvió a la normalidad. A media mañana, entró un tendero de la calle Sarmiento con una blusa abullonada color amarillo patito.