-¡Parque industrial, olores, contaminación, tránsito, asfalto, ripio, riego, limpieza! ¡Parque industrial, olores, contaminación, tránsito, ripio, riego, limpieza!

La señora de todas las señoras iba y venía de un lado a otro del salón de los grandes hurgueteos repitiendo lo que parecía ser una consigna. Uno de los edecanes, mientras tanto, la apantallaba con una hoja de palmera y el candidato a tribuno mayor del reino, Mefistófeles Bechio, hacía ademanes aparatosos en el balcón que da a la plaza San Martín haciendo "karaoke" haciendo muecas que seguían lo que decía la alcaldesa.

-¡Parque industrial, olores, contaminación, tránsito, asfalto...! -repetía la dama al tiempo que advertía al edil Bechio actuando en los barandales, lo que interpretaba como una forma de mofarse de ella misma y arrancando la hoja de palmera de su edecán fue a arrojarla en dirección al gracioso, quién, sorprendido por la bruta actitud de la Intendenta, se atajó con la réplica  del escudo municipal, regalo del gobernador Silvestre Begnis.

-¡Epa, qué hace su majestad...! -dijo el otro agarrándose de la baranda. 

- ¿Usted me está tomando el pelo, señor Bechio? -dijo la mujer acercándose al militante del PRO a tal punto que pudo tomarle y tironearle la oreja derecha- ¿Con quién cree que está tratando, con Macri?  

El concejal colado agachaba la testa para aflojar el tirón al tiempo que los presentes hubiesen jurado que al hombre se le piantó un lagrimón de su bellos ojos saltones. 

-¿Duele, no me diga que está lagrimeando? -la señora a medida que hablaba mirando hacia el salón a sus otros colaboradores, más parecía apretarle la oreja al candidato- ¿Por qué no dice ahora que usted va a hacer lo que esté bien para la gente sin importarle lo me convenga a mí...?  ¿Por qué no se llena la boca con el cabildo abierto? ¡Cabildo abierto! ¡Ya lo dijiste tantas veces que te van a decir a vos "el abierto"!

- Señora, suelte, por favor... -alcanzó a bufar Bechio que ya estaba más colorado que bola recién rascada, con perdón de la palabra. 

La dama del Salado, lejos de soltar, arrastró al candidato de la oreja hasta la propia baranda que daba a la plaza San Martín y, haciendo uso de su gran capacidad de erudición gritó hacia el exterior lo que sigue: 

"¡Compañeros y compañeras, les habla la Intendenta de facto de la Suiza de las Pampas, les digo que quiero ser reelecta para poder terminar de una vez por todas con el Parque Industrial, los olores, la contaminación, el ripio, el riego y la limpieza...!

De abajo se escuchó una voz que gritó:  "¡Queremos comer...!", pero la señora siguió como si nada: 

"...para eso, para terminar con el parque industrial, los ripios, los olores y las cagadas de los pájaros contaré con la ayuda del compañero Bechio alias "el abierto" que comulga con mis ideas"

La voz de abajo insistió con la cantinela de "¡queremos comer...!", a tal punto que llamó la atención de la señora, quien hubo de soltar la oreja de su socio, (oreja que había tomado mefistofélicos colores) y llamando a su asistente, el petiso Tres Santos de la Isla de la Fantasía, le pidió trajera el cuadro donde se expone la "pata flambeada" de los turcos, que se destacara en la última feria de las colectividades, foto mediana donde chorreaba el churrasco, y acto seguido, no sin antes, zamparle un beso al susodicho menú típico, lo arrojó con singular violencia al que abajo gritaba que quería comer. 

-¡Querés comer! ¡Tomá comete eso...!

Una vez arrojado lo arrojado la alcaldesa ordenó cerrar herméticamente los ventanales y, mientras desde abajo, se llegaban algunos gritos y una que otra puteada, la señora pidió una cubetera para adosarla a la hinchada oreja del candidato Bechio y sin tomar aire habló y dijo estas últimas palabras. 

-¡Vió, "abierto", acá nadie puede decir que pasa hambre!.