Bufando y con los pies en salmuera, una escarapela y un peinetón de dama antigua celebrando el 25 de mayo, la gran señora, visiblemente agotada, se recomponía del trajín electoral, rodeada de sus cortesanos, en un clima de jolgorio generalizado.
 
-¡Chapatín! ¡Chapatín! ¡Donde está el doctor Gabriel Chapatín! -gritaba algo descontrolada la alcaldesa mientras se sonaba la nariz con la foto de Andreoli.
 
-Señora, el señor doctor asesor don Gabriel Chapatín está escondido en la cámara frigorífica de una conocida fábrica de chorizos y no se presentará hasta tanto no se le avise que han concluído los comicios.  
 
El que habló haciendo una exagerada reverencia era ni más ni menos que el candidato a edil primero del reino, Mefistófeles Bechio, quien se presentó con una lechuza en el hombro y una ristra de ajo enroscada en el cogote. La señora lo había sorprendido arrojando una serpentina hacia los ventanales del gran salón municipal.
 
- ¡Avisen al doctor Chapatìn que la interna ha terminado, que se haga presente de inmediato! -La señora movió violentamente los pies salpicando al candidato a concejal con salmuera, mojándole la barba pintada con los colores de la bandera..
 
- Señora, sepa usted que me he tomado el atrevimiento de imponer de las novedades al doctor Chapatín, enterándolo incluso del resultado de la elección, pero no quiso salir del freezer todavía, diciendo que prefiere esperar hasta las finales de julio.
 
- ¿Y qué vamos a hacer hasta el 24 de julio si se puede saber? -preguntó la gran dama chapoteando los pies en la palangana.
 
- Justamente, el señor asesor, ordenó que sigamos haciendo "nada" como hasta ahora que, según dijo, viendo los votos obtenidos, eso es lo que quiere la gente que hagamos.
 
La señora volvió a chapotear sus miembros inferiores en el recipiente con salmuera y empinó un trago de anis, haciendo un gesto como si le diera un escalofrío.
 
-¡Aaah, qué lindo el "ocho hermanos",  me hacía falta para aguantar estos días de tensión!- la reina del Salado se mandó dos tragos más y enseguida saltó del lavapies como si se recordara de algo urgente- ¡Llamen a Andreoli! ¡Que venga de inmediato el fulano Andreoli! 
 
- Señora, Andreoli no vendrá hasta que usted no raje a todos los tipos de afuera que trajo el doctor Chapatín. -el que hablaba era el futuro edil Bechio, quien estaba parado en un rincón en posición de firme simulando a French y Berutti y rascándose los fundillos con un tenedor de postre.
 
-¡Ah, tiene pretensiones, perdió como perro la interna y se hace el pesado! ¡Ordénele que venga de inmediato a presentar sus disculpas en nombre del Movimiento Peronista!
 
Los miembros de la corte se miraron con marcada incertidumbre tal vez preguntándose "de que movimiento hablaba la alcaldesa", sabedores que el susodicho concejal peronista no se presentaría de ningún modo ni siquiera ofreciéndole un cargo de tesorero plenipotenciario.
 
- Con el permiso de su graciosa majestad ... -se adelantó uno de los pajes del reino, un petiso de ancho bigote pintado mitad blanco y mitad celeste, llamado Tres Santos, con intención de informar a la primera dama sobre los inconvenientes de público conocimiento que impedìan la presencia de Andreoli, cuando un chistido pareció surgir de la lechuza asentada sobre el hombro del futuro legislador de la Suiza de las Pampas Mefistófeles Bechio.
 
-¡Phsss! ¡Phssss!
 
- ¿Quién me chista? -dijo con susto Tres Santos- ¿Acaso ese mufoso animal me está "lechuciando" o me está faltando el respeto?
 
- No insulte ni discrimine, che, el animalito trae suerte según vio usted como he ganado las votaciones y lo para para que  no meta la pata, señor Tres Santos, la señora se ha dormido.
 
Efectivamente, unos sonoros ronquidos brotaban generosos desde el trono, donde la alcaldesa, elegantemente despatarrada, dormía la mona. Debemos decir sin temor a equivocarnos que los bufidos del anís que emergían por las fauces reales, movìan una y otra vez graciosamente su rubio flequillo.
 
La mañana se extinguía dejando su cálido manto prometedor de lluvia en los blancos interiores del salòn de los tejemanejes. Mientras tanto, afuera, los sufridos contribuyentes, algunos portando banderitas y escarapelas, iban y venían tratando de hacerse del pan de cada día.